sábado, 21 de octubre de 2017

¿Qué es la Solidaridad? (desde Venezuela)



Fany ha montado un comedor solidario en su casa. Apenas tiene para alimentarse ella, sus hijos y nietos, pero hay muchos niños que están peor, dice. Con algunos alimentos que conseguimos a través de Cáritas parroquial más lo que ella añade, cocina dos veces por semana para unos treinta muchachitos de su comunidad, algunos en estado de desnutrición severa. Los reúne en su hogar e improvisa la más hermosa vajilla diseñada por un corazón desbordado de compasión
Un día de estos me acerqué a compartir la alegría de esos niños que, al menos los lunes y los miércoles, engañan a ese terrible gusano que corroe las entrañas. Se llama hambre. Julián Gómez del Castillo decía que lo peor del hambre es saber que mañana se vuelve a tener. Era evidente que él había pasado mucha.
¿Consecuencias del hambre?, una de las peores, la deserción escolar
Según la FAO, organismo encargado de maquillar y legitimar la perversión del sistema hambreador en el mundo y que ha premiado al gobierno venezolano por su exitosa (?!!) lucha contra la miseria, Venezuela se ha convertido en el país que registró el mayor aumento de hambrientos en el 2016, pasando de 2,8 millones de personas en 2015 a 4,1 millones, con una prevalencia del 13% de su población. Sabemos que es mucho más; pero, sirva como testimonio lo que dicen los aliados de nuestros narcogobernantes.
Según Cáritas Venezuela, aquí mueren seis bebés semanales por desnutrición y falta de atención médica. Y añade que la proporción total de niños menores de cinco años con «déficit nutricional en alguna de sus formas», aumentó de 54% en abril a 68% en agosto pasado. Otra prueba de que Cáritas es mucho más confiable que los paniaguados de la FAO. ¿Consecuencias del hambre?, una de las peores, la deserción escolar. 560.000 alumnos podrían haber dejado la escuela en Venezuela en este recién estrenado curso escolar 2017-18, según el secretario de Educación del estado Miranda. Los niños y adolescentes se convierten en esclavos para que en sus casas se pueda comer. Limpian zapatos, venden en los semáforos, cargan pesados bultos en los mercados, se van al campo a sacar de las entrañas de la tierra algún fruto.
Y lo peor no ha llegado; según el FMI la inflación para el 2018 será de 2.349,3%. Más hambre, más deserción, más esclavitud.
Si no fuese por mujeres como Fany, ¿qué sería de estos niños? Pero, no sólo los adultos pobres nos enseñan la solidaridad. También los propios pequeños son maestros y tejedores de vida solidaria. Cuando visitaba el improvisado comedor de Fany me fijé en un niño que escondió su comida sin haberla probado. Desconozco su nombre. Ni siquiera me acuerdo de haberlo visto antes. Me acerqué a él por curiosidad para preguntarle por qué había guardado el almuerzo. Y con la sencillez de la verdad me contestó como si yo hubiese hecho una pregunta capciosa: “pues para compartirla con un compañero del Colegio que nunca lleva comida”.
Eso es la Solidaridad. Lo demás, no.
Autor: Carlos Ruiz de Cascos, Misionero del Movimiento Cultural Cristiano en Venezuela

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