sábado, 9 de abril de 2016

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO TERCERO DE PASCUA . CICLO C.
Jun. 21,1-19

  UN AMIGO INCANSABLE

El texto del evangelio de este domingo nos devuelve a los primeros tiempos de la predicación de Jesús en Galilea y a su primer encuentro e invitación a los discípulos a seguirle  cuando estaban a la orilla del lago.



 La situación se repite,  pero ellos  ya no son los mismos, han pasado muchas cosas, sobre todo en la lejana Jerusalén. Cosas y momentos que no se  van a poder olvidar facilmente aunque los discípulos pretendan hacerlo regresando a su lugar de origen, volviendo a sus redes,  a su mar, a la vida que llevaban antes de conocer a Jesús, antes de embarcarse  en la aventura de su seguimiento.
 Este volver a Galilea suena como a retirada por parte de los llamados, pero Jesús no les va a dejar solos y vuelve a la orilla del lago y vuelve  a invitarles, a llamarles, a tocarles el corazón. Ya les había dicho que en Galilea les esperaba. Ahora ellos tienen una conciencia mas clara del para qué se les invita y quien es el que les invita y lo que esta invitación, esta llamada, significa y trae consigo.
 El episodio de la barca y la pesca ya se produjo en otra ocasión, al inicio de la amistad y de estar juntos, ¿ recuerdan?  Lo de  compartir la comida preparada por el Señor también  sucedió y en varias ocasiones, pero de forma especial en Jerusalén,  en  una Cena especial y la conversación que mantiene  con Pedro nos recuerda  que en un día aciago y triste se cruzaron miradas de perdón y de  reconocimiento de culpa. Momento que está pendiente de una conversación, de ser saldado.

 Jesús aprovecha  para dejar el asunto claro y así demostrar hasta donde llega el amor por los suyos, al tiempo que da una lección a todos de hasta donde  deber llegar el perdón. Este tema del perdón recordemos que ya lo había tocado  antes  cuando Pedro le pregunto en cierta ocasión por las veces que  se debía perdonar.
Saldando cuentas, retomando el asunto,  Jesús se les manifiesta como resucitado en el terreno de ellos, en  el  medio propio, el que ellos  controlaban y lo hace para mostrarles que su amistad y su invitación sigue en pie, para animarles a seguir  trabajando y ahondando en lo que les une desde la misión que les encomienda y que el mismo  ha iniciado y  desea que  ellos continúen.
Teniendo  presente la estructura del texto nos damos cuenta de que  nos encontramos, por lo menos así me lo parece,  con  momentos que son claves: 
Jesús que se llega hasta ellos, al lugar propio  que ellos consideran como suyo, y entabla conversación.

 Escucha y obediencia a la palabra de Jesús, aunque ellos aún no tengan claro quien es el que les habla desde la orilla.
 

Descubrimiento de que ese  no es un extraño, no es un forastero, sino el amigo y que además, les tiene preparada la comida en donde comparten el fruto del trabajo.

Encuentro íntimo con el Señor. Un tu a tu con Pedro que le ayude a superar  miedos, desconfianzas e inseguridades que aún pueda albergar en su corazón por los sucedido en  la noche aciaga en que le negó.

Una  puerta nueva  se abre con  esperanza  una vez que todas las cosas han sido puestas en su sitio y aclaradas convenientemente.
 ¡¡¡Hay que seguir haciendo el camino!!!

¡¡feliz día del Señor!! 
 

 

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