EL OTRO SIEMPRE ES UN REGALO.
Para reflexionar este domingo XVI tenemos tres lecturas cada cual mas hermosa y sugerente. Así que, vamos a ir por partes para cuando lleguemos al final tratar de sacar alguna conclusión que nos ayude en nuestra vida de fe y seguimiento del Señor.
La primera lectura es del libro de Génesis, ( Gén. 18,1-10 ) y nos muestra a Abrahán sentado a la puerta de su tienda en el encinar de Mambré, hacia calor. Mambré era un lugar donde Abraham solía acampar y levantar altares para hacer ofrendas al Señor, por tanto, era un lugar sagrado. Allí está Abraham, sentado a la puerta de su tienda, esperando que el Señor venga. Alguien se acerca y el, de inmediato, se presta a acogerle y servirle. Es alguien que va de paso y le invita a quedarse. Es muy importante cómo presiente, descubre, que quien llega es el Señor y le pide que no continúe el camino, que se quede en casa y le prepara todo para que que se sienta cómodo. Es el Señor, su amigo. Es hermoso ver como Abraham pide al visitante que tome su casa como posada, le dice: “Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo”. Y el Señor se queda y se interesa por el y por su esposa y termina regalándole la noticia del próximo nacimiento de su hijo, que será Isaac. De esta forma el caminante sana la incertidumbre de Abraham y en su corazón se fortalece la certeza de que Dios es fiel, de que Dios cumple. Tenemos que aprender a saber estar alerta, a saber reconocer al Señor cuando llega a nuestra vida, a saber esperarle. La segunda lectura es de la carta que escribe Pablo a los Colosenses( Col. 1,24-28 ) y viene a ser una muestra testimonial por parte del apóstol de como el vive el ministerio que se le ha encomendado y que está desgranando en la comunidad de los colosenses desde una entrega bien definida y en donde Cristo es el motor, la fuerza, que le sostiene en todas las dificultades que encuentra en su cotidiano vivir.Ese “me alegro de sufrir por vosotros, así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo, que es la iglesia.” es algo que nos retrata el alma del apóstol entregado. Lo está dando todo y desde ahí podemos vislumbrar el canto que hace al amor en la carta a los de Corinto (13,1-13) cuando dice aquello de que sin el amor nada sirve. Ahí ya lo esta viviendo, ahí ya lo esta haciendo suyo. Esa es la mística de la cruz que mas tarde vamos a ver en tanto otros seguidores de Cristo.
A nosotros nos toca hoy seguir anunciando ese “ misterio que Dios ha tenido escondido … y que ahora ha revelado a su pueblo santo”. Nos toca, como a Pablo, anunciar esta hermosa y Buena Noticia de la riqueza de Dios para toda la humanidad. Cada cual desde el lugar que le corresponde y que ocupa en la vida.
El texto del evangelio es de San Lucas (10,38-42 ) y es de una sencillez que nos deja boquiabiertos pues se nos propone que de entre las cosas importantes que tenemos entre manos debemos saber elegir aquella que es mas conveniente para nosotros en ese momento. En este caso se plantea el tema del que llega a casa, a nuestra vida. donde ha de estar nuestra preferencia? ¿ En la acogida o en el trabajo? ¿ En el trabajo o en la acogida ? ¿Qué es lo importante ?Saber acoger. Ese es el tema. Ya no se trata de aceptar a Jesús o no, no se trata de eso, se trata de saber acoger al Maestro.
En el tema de las hermanas es que María supo aprovechar la visita que el amigo le hace dejándolo todo para aprender de el, escuchándolo; lo importante ahora es la visita, las cosas pueden esperar; mientras que Marta, absorta en su ocupación y preocupación no se da cuenta de que el que visita necesita ser escuchado, atendido.
Jesús llama la atención a Marta con mucha delicadeza y le advierte de que está perdiendo un tiempo muy hermoso por el afán de tenerlo todo a punto. Las ocupaciones van a estar siempre ahí, se le dice. La visita nos dejará y mientras esté con nosotros no debemos, no podemos hacer como si no estuviera, como si nadie hubiera venido a vernos. Es lo de Abraham. El otro siempre es un regalo.
No podemos pretender estar con Dios como si el no estuviera y menos con la disculpa de que el trabajo nos absorbe y no nos deja tiempo para nada.
¡¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR !!
José Rodríguez Díaz