"MI DIOS Y MI TODO "
La primera de ellas pertenece al libro de Job (19,1-23ss) El es el hombre de la fe inquebrantable, de la paciencia infinita y de la esperanza abierta al futuro en Dios. La figura de este hombre nos ha de ayudar a la hora de tener que afrontar las adversidades de la vida que en muchas ocasiones nos hacen dudar de la bondad, de la solicitud y de la presencia de Dios para con nosotros y es que a veces nos parece que Dios no nos escucha cuando le invocamos o que no nos quiere dar lo que le pedimos y ponemos en duda su existencia o su bondad porque en nuestro desamparo le pedimos con los ojos llenos de lagrimas haciendo nuestras ofrendas y promesas y nos sentimos defraudados porque queriendo que el asunto se soluciones ya, vemos que tarda o no llega y nos enfadamos y le dudamos sin darnos cuenta de que los tiempos de Dios no son los nuestros. No, Dios no funciona como una maquina expendedora de café en la que introduces las monedas y al minuto tienes tu café calentito. Dios es alguien, no algo, vivo y real, que en su infinita bondad y paciencia nos va dando lo que necesitamos en el momento adecuado, ni antes ni despues y lo que realmente nos conviene, aunque nosotros no lo entendamos así en el momento que solicitamos su ayuda. La experiencia de Job nos ha de ayudar para saber esperar en el, desde la oración, por supuesto, pero tambien desde la paciencia y la confianza de saber que Dios saldrá a nuestro favor en el momento oportuno y adecuado; inclusive, mas allá de la muerte.
La segunda lectura que hemos escogido es de la carta de Pablo a los romanos ( Rom 5,5-11) en donde el Apóstol nos habla de esperanza, pero no de una esperanza cualquiera, sino de la esperanza que es alentada y sostenida por el amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones y que alienta nuestro existir que nos lleva a confiar en la misericordia del Padre. Se nos dice en este texto, que el artífice de todo ello es el Espíritu Santo que nos ha sido dado. ¡¡Menudo regalo!!. Nada más y nada menos que el Espíritu de santidad, el Espíritu del Padre y del Hijo, El Espíritu que alienta la vida, el mismo que en el inicio junto con la palabra, hacía que la vida fuera ( Jn.1 ss) y por el que formamos parte de la comunión Trinitaria y por el que podemos llamar a Dios padre y por el que podemos proclamar a Jesús como Señor y por el que nos podemos llamar hermanos y por el que somos repletos de la misma vida de Dios frente a la cual la muerte este vencida.El texto del evangelio es de San Juan ( Jn. 14,1-6) en donde es el mismo Jesús quien nos invita a no perder la calma a seguir confiando en Dios y a creer en su persona. El nos dice y nos promete que nos prepara sitio junto al Padre, El quiere que estemos con El, donde El está; El quiere, en definitiva, que caminemos con El hacia el Padre y nos dice: " Yo soy el camino, la verdad y la vida: Nadie va al padre sino por mí ".
Estos son los textos que hoy nos han de servir de consolación ante un hecho que es irrefutable como es el de la muerte, tanto de nuestro seres queridos como la nuestra. Así que, y resumiendo, lo mismo Job somos invitados, llamados a soportar, con la ayuda de Dios, las adversidades sabiendo que en el está nuestra esperanza, esperanza que no defrauda, como nos dirá Pablo, porque el garante es el mismo Dios y caminando con Jesús, caminar hacia el Padre, por el Señor, en el Espíritu. Pueblo que camina hacia la meta; su líder, guía, maestro, medico y pastor es el mismo Jesús que nos pide confianza en El, que es quien lo convoca y lo presenta al Padre comprándolo con su entrega, no importándole derramar su sangre y ofrecer su ser Dios con tal de que nosotros, los suyos, encontremos la vida que no termina, la comunión que nos lleva a la gloria en donde no existe ni el dolor, ni la muerte ni el sufrimiento y en donde Dios es Todo, en todos y para todos.Se me ocurre pensar que Dios es como un siempre que en continua ofrenda y evolución completa la existencia del hombre llevándole a alcanzar la plenitud. "Mi Dios y mi todo", diría el Santo de Asís. Bueno, pues que esa sea nuestra verdad.
¡¡Feliz esperanza en Dios !!
José Rodríguez Díaz



 














