EL VÉRTIGO DE LA FE
En el texto del evangelio que se nos ofrece este domingo descubrimos cómo la duda no es ajena a la misión del profeta haciendo mella en el corazón del que se fía de la palabra y la anuncia. Es el caso del Bautista que envía mensajeros a Jesús para cerciorarse de que está en lo cierto. Es esta una situación que no nos debe amilanar. Juan busca respuesta y la encuentra en referencia a lo que dice y hace desde la palabra del Maestro.
La fe, podemos decir, se fortalece en la duda que en muchas ocasiones viene acompañada del desconcierto y el miedo y nos gustaría sentirnos firmes en lo que creemos, pero no, porque la fe no consiste en lo que a nosotros nos gustaría que sucediera, sino en la confianza de que el que nos ha hablado cumplirá con su promesa, la acción y el tiempo, son los suyos, no los nuestros. Sucede que muchas veces la realidad que nos toca vivir no posibilita que nos sintamos seguros y hace falta , se hace necesaria, la pregunta, ese volver al principio con todo lo que de abandono por nuestra parte supone y exige.
A Juan se le invita a mirar a su alrededor, que reflexione y haga discernimiento: el proyecto de Dios manifestado en Isaías, sigue adelante. Hay que hacer propia la palabra pero siendo conscientes de que no es nuestra palabra. La vida va transcurriendo entre luces y sombras. Será esa palabra la que ilumine los acontecimientos y la que en definitiva da la certeza de que lo que se ha dicho se está cumpliendo.Mirar a nuestro interior y a nuestro alrededor, saber por donde queremos ir, por donde va el mundo, saber cual es el proyecto de Dios para la humanidad y medir distancias. Ser creyentes supone querer ahondar en la realidad, supone duda e incertidumbre, también alegrías y certezas que con frecuencia no sabemos valorar porque es que el proyecto de Dios siempre va por delante y la plenitud de ahora no es nada en comparación con la que esperamos.
¡¡ Feliz día del Señor!!
José Rodríguez Díaz
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