Voz que clama en el desierto:
«Preparad el camino del Señor,
enderezad sus sendas!».
(Mateo, 3, 3)
Si pudiera ser piedra en el camino,
si humilde valle junto a la montaña,
simple flauta cortada de una caña,
flor oculta que esconde su destino,si pesara aún menos que un comino
que a nadie importa, pie que acompaña,
una voz que resuena de la entraña
del desierto y apunta a lo divino,podré gritar que vienes, que andas cerca,
bautizar con el agua de este río
que fluye sin quedarse y va derechoa ese mar que eres tú, oh Señor mío,
que vienes a regar nuestro barbecho.
¡Quiero ser solo el cubo de tu alberca![1]
[1] Pedro Miguel Lamet, SJ, La luz recién nacida. Cancionero de Adviento y Navidad, Bilbao, Ediciones Mensajero, 2016, pp. 73.
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