RIEGA LA TIERRA EN SEQUÍA...
Con la fiesta de Pentecostés, a los cincuenta días después de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, concluye el Tiempo de Pascua volviendo al tiempo ordinario, en lo que a la liturgia se refiere. Pero la Iglesia, embriagada por la fuerza y presencia del Espíritu Santo, seguirá celebrando y dejándose ganar por la palabra y la presencia , no ya solo del Maestro, sino del misterio de Dios revelado y puesto en nuestro corazón por el que somos llamados y enviados para ser testigos en todo el mundo.
El proyecto de Dios es hacer de todos los hombres un pueblo unido y de esta creación dispersa un cosmos, un mundo ordenado. El Espíritu Santo de Dios, que hizo surgir la creación, la consumará; El transforma el corazón del hombre y le impulsa a entablar una relación fraternal. Gracias al Espíritu de Jesús ha surgido la iglesia entre nosotros y por el nos mantenemos en la fe y en la comunión.
Pentecostés es la fiesta de la liberación de los miedos, de las preguntas resueltas, de la alegría y del arrojo, la fiesta de los caminos por los que andan los hombres y, de forma especial, los caminos del dolor , la pena, la desazón, la muerte...Es la fiesta de la alegría que, como dice San Pablo, es portada en vasijas de barro, llamada a apagar la sed, a propiciar descanso, a curar heridas... a dar sentido a la existencia del hombre. Es la fiesta de la admiración, la contemplación, el asombro, el perdón y la comunión...la fiesta del grito, la confianza y la súplica... es la fiesta de la promesa cumplida, del esfuerzo y de las puertas abiertas.
¡¡ FELIZ DÍA DE PENTECOSTÉS !!
José Rodríguez Díaz
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