sábado, 11 de junio de 2022

LA PALABRA DEL DOMINGO. SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.


UN AMOR POR DESCUBRIR?


Una vez concluidas las fiesta de la Pascua del Señor  con la celebración del cumplimiento de la promesa del Espíritu Santo, Pentecostés,  ahora, mirando con  cierta perspectiva todo lo vivido, lo oído y celebrado,  no tenemos ningún reparo en celebrar al Dios uno y Trino que Jesús nos ha ido manifestando, desde la voluntad del Padre  con la inteligencia del Espíritu que nos ayuda a entrar en el misterio de Dios y  a aceptarlo, aunque  no entenderlo y mucho menos  explicarlo de forma que la  inteligencia, nuestra inteligencia, llegue a  aprenderlo en su totalidad.

La fiesta de hoy nos invita a la contemplación y es que no  hay, pienso, otra forma de acercarnos  a este misterio revelado  y que  se  llega a nuestra vida. Es la misma entraña de Dios la que es expuesta y puesta a nuestro alcance intelectual bien limitado.  Por otro lado, es el Espíritu Santo, como ya Jesús nos dijo, con la ayuda de  la palabra  y revelación que el mismo Jesús manifestó, quien  viene en nuestra ayuda y posibilita que nosotros aceptemos  y vivamos  la dimensión Trinitaria del Dios revelada a los suyos, para nuestra salvación. Desde ahí podemos pensar  en un solo Dios, que existe  "sobre todo, y por todo, y en todo". " Sobre todo", como Padre, principio y fuente;  " por todo", o sea, mediante el Verbo;  en  " todo" , por fin, en el Espíritu Santo.




Desde ahí  adquiere  total sentido la oración de alabanza que nosotros usamos con tanta frecuencia: " Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como eran en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos.  Amén."  Y esto es sin diferencia ni distinción.

 De forma que  ante nosotros , en este día, se despliega el mural de la vida íntima  de Dios. No vemos nada. Es normal. Dios es cegador. Sin embargo, intuimos algo definitivo: Dios es amor. No es solitario. Vive en compañía, en comunión divina. Gracias a ese amor infinito que Dios  es en el Padre, en el Hijo y el Espíritu, nosotros  hemos recibido como ya hemos dicho, la salvación. 


De ahí la necesidad de contemplar. De ahí la gloria y la alabanza, la bendición y la acción de gracias  que son las únicas palabras dignas y humildes que podemos pronunciar ante Dios.

¡¡Feliz fiesta del Dios revelado!!

José Rodríguez Díaz

    

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