viernes, 13 de mayo de 2022

LA PALABRA DEL DOMINGO. DOMINGO V DE PASCUA. CICLO C.

UN AMOR QUE DISTINGUE Y TRANSFORMA.

El texto del evangelio de este domingo nos  lleva  a recordar la celebración de la Pascua de Jesús con sus discípulos, es decir,  a lo que nosotros conocemos y celebramos como El Jueves Santo. Ya Judas ha dejado el grupo al verse descubierto y Jesús da por hecho que  hará lo que viene maquinando. Esto motiva que  hable a los que  están alrededor de la mesa de su entrega y de  la acción del Padre que le sostendrá  en lo que se le viene encima. Está hablando de su fidelidad al proyecto del Padre, hasta el final y de la fidelidad del Padre que no le abandonará en la muerte.

 Ante la perspectiva del poco tiempo que les queda se despide y les  hace  una última recomendación: " Que os améis unos a otros como yo os he amado", les dice.

En tiempo de Pascua  traemos al presente todo lo que paso para, una vez mas, contemplarlo desde la óptica del Resucitado  y así poder darnos cuenta de la importancia  de lo que nos pide y del alcance que tiene.  Lo recomendado ha de  ser el  santo y seña de que somos discípulos suyos. No hay otra cosa que lo verifique. Así que,  la puesta en práctica del mandamiento nuevo ha de ser instrumento ineludible y eficaz que  distingue y transforma.

Distingue porque  no es la pauta con  la que por lo general el mundo  se mueve y actúa y ahí es donde está su fuerte llamada a despertar la curiosidad de los que nos vean actuar y se pregunten cual  o quien es el motor que nos mueve a comportarnos de esa esa forma tan concreta y determinada. Y nos transforma porque  hace que vayamos desalojando de nosotros todo lo que  enturbia, enrarece o  rompe la relación  con los otros haciéndonos ajenos. Me viene ahora mismo como  ejemplo de esto último, el tema de Caín cuando es preguntado por su hermano después de haberlo matado. Ese amor que nos propone Jesús es el que  nos arrancará de esa forma de pensar, vivir y sentir la vida  acercándonos a El hasta el extremo  de poder ser reconocidos como suyos.

Por tanto, todo esfuerzo que hagamos por amar no de palabra sino con obras, hará que permanezcamos en Cristo y esto es bueno refrescarlo de vez en vez, porque la rutina, aún sin renunciar al Señor, puede hacer y hace estragos que enturbian el deseo de  tenerlo siempre presente y de movernos desde su mandato.

¡¡Feliz Pascua del Señor!!

José Rodríguez Díaz.

  

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