viernes, 25 de marzo de 2022

LA PALABRA DEL DOMINGO. DOMINGO CUARTO DE CUARESMA. DOMINGO LAETARE. CICLO C.

 UN PADRE SIEMPRE ES PADRE.

    El evangelio que se nos ofrece este domingo  para la reflexión es la parábola del Hijo Pródigo y  creo yo que para bien entenderla  es necesario que nos fijemos en el encabezamiento que  es donde se nos dice que es lo que lleva a Jesús a relatarla y para quien. Ahí se nos habla des escándalo de los fariseos y letrados que murmuran entre ellos porque Jesús   acoge y   habla a los  publicanos y pecadores. Ese es el tema. Pero ¡ ojo !, la parábola no es solo para este grupo, sino para todos. 

 Sabemos  de esta parábola de los personajes y lo que les mueve: el padre que acoge y perdona, el hijo menor que quiere  vivir su vida y en ese deseo rompe con  la familia pero  termina reconociendo su error volviendo a casa y el hijo mayor, que ha permanecido en casa, que no  acepta ni la actitud del padre ni mucho menos,  al hermano que  vuelve aunque vuelva arrepentido.

  Así que  en esta parábola hay para todos, para los que  se alejan y no quieren saber nada de Dios a quienes se les dice: nunca es tarde y si te arrepientes y vuelves a casa,  serás bien recibido... Para el que permanece en casa y piensa que por eso tiene mas derechos hasta el extremo de exigir al padre que deje de serlo con ese hijo que se ha ido y a quien se le invita a superar el  rechazo al hermano, su obcecación y a  abrir su corazón...  Y el padre, que muestra su comprensión y amor  a ambos, tanto al que ha vuelto  como al que ha permanecido en casa. Los dos son sus hijos y a los dos  les quiere y les ofrece y les da lo que necesitan  en  ese momento. A uno la acogida, al otro, la  reflexión y la comprensión. Se trata de que la familia no vuelva a romperse y para eso hay  que dejar que  habite en el corazón, la misericordia y el perdón. No solo debe perdonar el Padre, sino también los hermanos. Es mayor y mejor y mas  sanadora la alegría de volver a estar juntos  que cualquier otra cuestión que lleve al resentimiento.

Es la parábola de la misericordia y la acogida de Dios con la que Jesús  quiere dejar bien a las claras  hasta donde llega  el afecto y el cariño de Dios para con todos y con la que invita, a los que murmuraban entre ellos, a desalojarse de la rigidez, la crítica y murmuración, adoptando una  visión mas amplia de la experiencia  de Dios.  Les está diciendo que hay que  dejarse ganar por el amor y la misericordia pues eso es lo que nos identifica como hijos amados del Padre. De forma sencilla: si alguien se equivoca y vuelve pidiendo perdón hay que acogerle y perdonarle y no poner obstáculos para que se pueda integrar  en la familia a la que pertenece-

¡¡Feliz día del Señor!!

 José Rodríguez Díaz



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