El alma de los pueblos es, sin duda ninguna, la conciencia histórica. No podemos permitir que se olvide lo que internacionalmente significa este día.
De nuevo salimos a las calles, como deberíamos hacer cada día, cada mes y cada año mientras siga existiendo el sufrimiento de millones de personas trabajadoras, hombres y mujeres, que experimentan en sus vidas la explotación y la permanente violación de la dignidad del trabajo.
Tenemos el deber de alzar la voz por un 1ºde Mayo solidario e internacionalista. Luchar contra las causas que generan lacras bajo la demanda de una economía perversa que provoca hambre, paro forzoso, esclavitud de los niños (principales víctimas de esta economía canalla), expolio y guerras inducidas, muerte y saqueo a nuestros hermanos inmigrantes. Y promover un cambio radical de las leyes laborales a nivel mundial para que el TRABAJO esté por encima del CAPITAL.
La sangre vertida por los mártires de Chicago no fue inútil. No debemos vivirlo sin tomar conciencia y recuperar aquel grito del movimiento obrero militante:
8 horas de trabajo
8 horas de descanso
8 horas de cultura.
La transformación social, económica y política es posible si planteamos una auténtica REVOLUCIÓN CULTURAL… que podemos empezar ya en nuestros hogares, grupos de amigos, en las calles, trabajos… Debemos comprometernos este 1º de Mayo a desarrollar una nueva cultura solidaria y autogestionaria. Así nos lo transmitieron los viejos militantes obreros que dieron su vida y estuvieron en muchas ocasiones privados de libertad para acabar con la dictadura del capital sobre el trabajo; luchando por los derechos de los que ni siquiera eran reconocidos. Hoy millones de personas son descartadas y no reconocidas en su dignidad y derechos.
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