sábado, 15 de mayo de 2021

Internet y redes sociales aumentan la trata de niños en Centroamérica y el Caribe


 El perfil de las víctimas de tráfico y de trata detectadas en el subcontinente ha cambiado durante los últimos 15 años, con un aumento significativo del porcentaje de niñas y niños. Internet y las redes sociales además de la COVID-19 suponen nuevos desafíos en la lucha contra estas violaciones de los derechos humanos.

América Latina y el Caribe se desangran por las venas de su infancia. Algunos números: el 48% de las víctimas con fines de explotación sexual detectadas en Centroamérica y el Caribe son menores, uno de los índices más altos del mundo; en concreto, las niñas representan el 40% y los niños, el restante 8%.

El cuadro de los diferentes tipos de trata que sufren quienes tienen menos de 18 años está copado, además de por la explotación sexual (el 81% en el caso de Centroamérica y el Caribe, el 64% en América del Sur), por el trabajo forzoso (el 13% y el 35%, respectivamente), muy por delante de otras como la servidumbre doméstica, la mendicidad, las actividades ilícitas, las adopciones ilegales y el reclutamiento por parte de grupos armados. Estos índices pueden desglosarse a su vez por género y por edad, lo que permite comprender con mayor profundidad la sangría que sufre la infancia: por ejemplo, la mitad de las víctimas de trabajo forzoso de América del Sur tienen sexo femenino y, entre ellas, el porcentaje de niñas y de mujeres adultas es similar.

Hasta aquí las cifras oficiales más recientes,  reflejas por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) en el informe Global Report on Trafficking in Persons 2020. Ampliando la perspectiva, la población infantil mundial supone un tercio de las víctimas de trata con fines sexuales. Idéntica dirección en la que apuntan desde Save the Children: un millón de niños y niñas son víctimas de trata con fines de explotación sexual en el mundo y, en concreto, dos de cada tres son niñas.

Para seguir adentrándose en las profundidades de esta panorámica global también puede recurrirse al Índice Global de Esclavitud (GSI, por sus siglas en inglés), una estimación elaborada por la Walk Free Foundation que desglosa por grupo etario (10 millones de niñas y niños), por continente (casi dos millones en las Américas) y por género (71% de mujeres) a las más de 40 millones de personas en el mundo que actualmente sufren privaciones de su dignidad mediante una u otra forma de control de sus cuerpos. En las Américas, uno de cada 20 menores está en situación de trabajo infantil, según estima la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Para ir más allá de las fotos fijas que arrojan todos estos datos sobre los diferentes tipos de trata, la coordinadora de proyectos de la UNODC en América Central y el Caribe, Lourdes Gutiérrez, explica a esglobal que, en los últimos 15 años, “el perfil de las víctimas detectadas ha cambiado: el porcentaje de mujeres adultas ha disminuido. En cambio, ha aumentado el de niñas y niños”.

Quiénes son las víctimas de la trata y el tráfico

Las más de 50.000 criaturas que cada año cruzan de Haití a República Dominicana, según las estadísticas oficiales del Gobierno haitiano; las miles que son contactadas a través de aplicaciones móviles y bajo promesas fraudulentas; las otras tantas que son utilizadas por la propia familia para ser la pareja sentimental de un adulto a cambio de dinero, propiedades o un mejor hogar; las que son utilizadas en el comercio sexual para los turistas… son algunas de las caras y vidas de las víctimas de trata. De ellas, el principal foco de atención de las redes de trata son las adolescentes de entre 14 y 17 años.

El perfil de la infancia rota de América Latina y el Caribe dibuja una serie de rasgos clave para su identificación, según se extrae del estudio elaborado por la UNODC. El primero de ellos, que el nivel socioeconómico influye y mucho: la vulnerabilidad es especialmente reseñable en contextos de extrema pobreza. De hecho, si globalmente las niñas y niños representan un tercio de entre las víctimas de los distintos tipos de trata detectados, la ratio sube hasta la mitad en los países con bajos ingresos, donde el trabajo forzoso es su principal destino.

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