INVITADOS A VER, OÍR Y CONTEMPLAR.
Con este domingo entramos en la Semana Santa que para todos los cristianos es muy importante pues, como todos sabemos, celebramos los últimos días de la estancia de Jesús entre nosotros y en los que se ofrece a nuestra reflexión los misterios de nuestra salvación desde una entrega generosa y única del Hijo Amado del Padre para que el hombre encuentre la paz y descubra, de forma clara y contundente, el amor que les mueve por todos y cada uno de nosotros.
Día a día, de jueves a sábado, tendremos ocasión de meditar, contemplar y agradecer. Es una oportunidad mas para repensarnos y mirar donde nos encontramos con respecto a la fe, para preguntarnos si de verdad creemos en Jesús como Hijo de Dios cuya entrega generosa está destinada a provocar en nosotros la conversión y la generosidad que ha de llevarnos a imitarle en la fidelidad y entrega a los hermanos.
Domingo de Ramos, este domingo que celebramos, se inicia con la alegría de la llegada de Jesús a Jerusalén, que luego se va a tornar en preocupación y desconcierto ante los males que acechan y que ponen en peligro la dignidad del que viene en nombre del Señor, cuando las autoridades religiosas maquinan para arrebatarle la vida, y lo peor de todo, pensando que hacen un bien al pueblo y que actúan en nombre de Dios. Hasta ese extremo puede llegar la cerrazón del hombre que se obstina en no querer escuchar ni ver , atrapado por su egoísmo y suficiencia.No obstante, en el texto del evangelio de San Marcos, que será el que leamos, se abre una puerta a la esperanza al final del relato de la muerte de Jesús cuando por la boca de un romano es reconocido como Hijo de Dios mientras los suyos le daban la espalda.
Celebrar la Semana Santa se ha convertido para muchas personas en espacio de vacaciones, y no me parece mal, o en una ocasión para pasear la riqueza de las cofradías por las calles, atrayendo curiosos y turismo. Este año en concreto, se ha convertido en problema económico, porque no va a poder ser así y hasta las celebraciones dentro de la iglesia hemos de recortarlas y someternos a un horario para no caer en falta. No obstante, eso , a los que queremos celebrar y digo celebrar, la Semana Santa desde el hondón de nuestro corazón y en actitud de testimonio y compromiso, no debe amilanarnos y mucho menos llevarnos al desanimo.
Nuestra actitud debe andar por los caminos de la confesión del centurión romano que proclama a Jesús como Hijo de Dios a pesar de verle morir como un malhechor.Somos invitados a mirar la cruz de frente y a tomar una opción seria y desde lo mas sincero, que nos lleve a vivir una vida digna de los hijos de Dios. La Semana Santa no debe, no podemos reducirla, a unos días de fervor pasajero que terminará desapareciendo hasta el próximo año que volvamos a lo mismo.
¡Feliz Semana Santa !
José Rodríguez Díaz