sábado, 20 de marzo de 2021

Eutanasia: Genocidio plafinicado

 

El Gobierno tiene como objetivo que la eutanasia y el suicido asistido en nuestro país sean un derecho al que puedan acceder todos los ciudadanos prácticamente sin ningún control.

Para conseguirlo proponen en la nueva ley, que tanto la eutanasia como el suicidio asistido, puedan aplicarse, no solamente a enfermos terminales que padezcan dolores insufribles, sino también a cualquier paciente que padezca una enfermedad crónica.

Una ley de eutanasia, que de aprobarse, va a ser la menos restrictiva de todas las que existen en los siete países que actualmente tienen legalizadas estas prácticas.

La legalización de la eutanasia es un paso más de la estrategia neocapitalista de control totalitario de todas las facetas de la existencia humana.

No es cierto que haya vidas que no merezcan la pena ser vividas. La respuesta ante el dolor o el sufrimiento no es acabar con la vida del que sufre.

No es cierto que exista una demanda natural de la eutanasia en la sociedad. Esta ley es un “producto” ofertado por el sistema capitalista que genera una demanda social inducida por el propio sistema mediante la imposición de unas condiciones sociales y culturales radicalmente inhumanas.

La eutanasia, no es una expresión de libertad individual, ni de dignificación del proceso de morir. Es una expresión de poder, una manifestación de como impera en nuestra sociedad la ley del mas fuerte, donde los que tienen el poder imponen su ley sobre los más débiles, los más frágiles, los enfermos, los que tienen dependencia….

Decía Cristine Lagarde (ex-presidenta del FMI) en un informe del año 2012, que “la longevidad es un riesgo para los mercados financieros”. La longevidad es un riesgo para la estabilidad presupuestaria, con lo cual la respuesta es clara, así lo manifestó el presidente de Finanzas japonés hace un par de años (Taro Aso) cuando les dijo a los ancianos de su país que se dieran prisa en morir  ya que suponían un elevado coste para el estado.

En la lógica capitalista, las personas que no son rentables pueden y deben ser eliminadas porque son una carga para ellas mismas, para sus familias, para la sociedad y sobre todo para la economía y para el poder.

Por otro lado, la estrategia de proponer cuidados paliativos sin modificar en un ápice las condiciones sociales del hipercapitalismo es una falacia política. Los cuidados paliativos universalmente establecidos son una exigencia moral pero no son suficientes por sí mismos contra la mentalidad eutanásica si las condiciones sociales y culturales impuestas por el capital no cambian radicalmente.

Una postura honrada ante esta injusticia exige en primer lugar denunciar y combatir el propio sistema que lo provoca.

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