sábado, 6 de marzo de 2021

Japón: Crean Ministerio de la Soledad, frente al suicidio


 

Signos de los tiempos, consecuencias de una sociedad encerrada en si misma, asediada por la interacción tecnológica, la soledad es una auténtica Pandemia en los países enriquecidos. Primero fue el Reino Unido, ahora Japón. No nacen niños y a los abuelos se les orilla.

En Japón, el pasado año se saldó con más muertes por suicidio que por coronavirus. La pandemia de la soledad ha golpeado con más fuerza el país nipón que la del Covid-19.

Con el propósito de frenar esta situación, y como ya hizo Reino Unido hace dos años, el jefe del ejecutivo japonés ha creado un Ministerio de la Soledad para coordinar la lucha contra el aislamiento social, que está empezando a dejar una huella profunda en el ánimo de los ciudadanos.

Sin embargo, y aunque con datos menos preocupantes, las consecuencias psicológicas de la pandemia se empiezan a notar en todo el mundo, en mayor o menor medida. Tal y como explica Javier Yanguas, doctor en psicología y director científico del Programa de Mayores de la Fundación la Caixa, “en este tiempo ha aumentado el malestar emocional. Hay más depresión, más ansiedad y más estrés y, evidentemente, esto está relacionado con el aislamiento y la soledad”.

Sin embargo, Javier advierte que, aunque se trata de un problema que la pandemia ha dejado al descubierto, no se trata de algo nuevo, ni mucho menos, inesperado: “es algo que viene de antes, pero se ha agudizado muy rápidamente”. La soledad es un síntoma propio de la pandemia, pero también lo es de los tiempos. “Estamos cambiando el modo de vida y la convivencia, lo que altera una serie de cuestiones que afectan directamente al ser humano”, explica, “y es probable que en el futuro esto vaya a acentuarse”.

El número de personas mayores de 60 años que viven solas se sitúa entre el 30% y el 50% aunque, según nos cuenta Javier, “es algo complicado de determinar, pues no es lo mismo vivir solo que sentirse solo”. De acuerdo con su criterio, esta situación es debida a una falta de previsión que el confinamiento y el aislamiento social han puesto de manifiesto: “no se ha dado suficiente importancia a las relaciones sociales y, cuando nos hemos tenido que enfrentar a la vida sin aderezos, nos hemos dado cuenta”.

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