sábado, 9 de noviembre de 2019

El trabajo de la iglesia en Argentina amortigua una crisis galopante

El trabajo de los “curas villeros” y las ayudas sociales en el gran cinturón urbano de Buenos Aires amortiguan las consecuencias del descalabro económico

La Cárcova, Curita, 13 de julio e Independencia. Las villas que forman un cordón al oeste de la capital de Argentina se levantaron en los años setenta sobre montañas de basura. Los militares habían creado allí el mayor vertedero del país y llamaron “Camino Del Buen Ayre” a la autopista que lo rodeaba. Cómo no imaginarlos felicitándose por la ocurrencia. 40 años después, las cuatro villas son un sitio insalubre donde viven 40.000 personas. La crisis económica ha entrado como un tsunami en estas barriadas pobres. Que la situación no sea terminal se debe, en gran medida, a las ayudas estatales que Mauricio Macri heredó del kirchnerismo y al trabajo de hormiga que allí realizan los “curas villeros”, sacerdotes sin sotana que operan como cemento de estructuras sociales asoladas por el desempleo, la droga y, sobre todo, la estigmatización.

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