EL PAPA FRANCISCO HA DICHO
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«Les invito a tomar, hoy, cinco minutos, diez minutos, sentados, sin
radio, sin tv; sentados, y pensar en su propia historia: las
bendiciones y las desgracias, todo. Las gracias y los pecados: todo. Y
miren allí la fidelidad de ese Dios que ha sido fiel a su alianza, fue
fiel a la promesa que hizo a Abraham, fue fiel
a la salvación que prometió en su Hijo Jesús. Estoy seguro de que en
medio a las cosas quizás malas – porque todos las tenemos, muchas cosas
malas en la vida – si hoy hacemos esto, descubriremos la belleza del
amor de Dios, la belleza de su misericordia, la belleza de la esperanza.
Y estoy seguro de que todos nosotros nos llenaremos de alegría»
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«El Apóstol Pedro nos llama «dichosos», cuando tengamos que sufrir por
la justicia. No es sólo por una razón moral o ascética, sino es porque
cada vez que nosotros tomamos parte a favor de los últimos y de los
marginados o que no respondemos al mal con el mal, sino perdonando, sin
venganza, perdonando y bendiciendo, cada vez que hacemos esto nosotros
resplandecemos como signos vivos y luminosos de esperanza,
convirtiéndonos así en instrumentos de consolación y de paz, según el
corazón de Dios. Así, adelante con la dulzura, la mansedumbre, siendo
amables y haciendo el bien incluso a aquellos que no nos quieren, o nos
hacen el mal. ¡Adelante!»
*
«Hoy la Iglesia nos propone un diálogo con este misterio de la cruz,
con este Dios que se ha hecho pecado, por amor a mí. Y cada uno de
nosotros puede decir: ‘Por amor a mí’. Y podemos pensar: ¿Cómo llevo yo
la cruz? ¿Cómo un recuerdo? Cuando hago el signo de la cruz ¿soy
consciente de lo que hago? ¿Cómo llevo yo la cruz? ¿Sólo como un símbolo
de pertenencia a un grupo religioso? ¿Cómo llevo yo la cruz? ¿Cómo
ornamento? ¿Cómo una joya, con tantas piedras preciosas, de oro…? ¿He
aprendido a llevarla sobre los hombros, donde hace mal?»
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