“Su
participación puede expresarse en diversos servicios eclesiales: es
necesario por ello discernir cuáles de las diversas formas de exclusión
actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e
institucional pueden ser superadas. Ellos no están y no deben sentirse
excomulgados, y pueden vivir y madurar como miembros vivos de la
Iglesia, sintiéndola como una madre que los acoge siempre, los cuida con
afecto y los alienta en el camino de la vida y del Evangelio”
Sobre estos últimos, el numeral 83, aprobado por 248 votos contra 12, señala: “el testimonio de los que incluso en condiciones difíciles no ingresan en una nueva unión, permaneciendo fieles al vínculo sacramental, merece el aprecio y el sostenimiento de parte de la Iglesia. Ella quiere mostrarles a ellos el rostro de un Dios fiel al su amor y siempre capaz de volver a darles fuerza y esperanza. Las personas separadas o divorciadas pero no vueltas a casar, que con frecuencia son testimonio de la fidelidad matrimonial, son alentadas a encontrar en la Eucaristía el alimento que los sostenga en su estado”.
El tema de los divorciados en nueva unión aparece en el documento final bajo el subtítulo “Discernimiento e integración” y está en los numerales 84 (aprobado por 187 votos contra 72), 85 (178 a favor, 80 en contra) y 86 (190 a favor, 60 en contra). Para ser aprobado, cada numeral debe recibir un mínimo de 177 votos, es decir el voto de dos tercios de los obispos participantes.
En estos tres numerales en los que se analiza la situación de los divorciados en nueva unión en la Iglesia, se recuerda que no están excomulgados y se propone una serie de formas para acompañar a estas personas en su vida de fe
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