sábado, 31 de octubre de 2015

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO.
 " SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS"



 UN CAMINO QUE NO HACEMOS SOLOS

Como todos los años en cuanto el mes de noviembre asoma por las hojas del calendario los cristianos nos disponemos a celebrar la fiesta de Todos los Santos que, además, es fiesta grande porque es Solemnidad. 
Nos podemos preguntar ¿Que encierra esta fiesta  para que sea equiparada con los fiestas del Señor o de la Virgen María  y prevalezca sobre los días del Señor, los domingos?
¿Que hay en ella que lleva a tanto? Una respuesta que intenta aterrizar sería que  es que son muchos todos los santos que queremos  celebrar y al ser muchos, todos ellos, pues se celebra de forma grande.
  No van por ahí los tiros pues hay algo mas profundo y que tiene que ver mucho con lo cotidiano. Lo que hay, lo que celebra, es, primero, al Dios de la misericordia, al Padre de la Gloria que se viene a nosotros y nos hace partícipes de su ternura. Lo segundo, celebramos el triunfo de Jesús sobre el pecado y su consecuencia, que es la muerte. Y lo tercero, la presencia del Espíritu Santo en el corazón y la vida de todos los bautizados que "a la chita callando" hace su obra de santidad en cada uno de aquellos que se abren a su fuerza. No en vano es el Espíritu Santo, es decir, el que nos santifica. Celebramos, por tanto, el misterio del Dios Trinitario que se revela  al corazón de cada hombre o mujer que  han aceptado a Cristo,han sido consagrados por el bautismo y han vivido una vida digna como hijos de Dios, hermanos de Cristo y templos de Espíritu, en comunión con todos los hombres y mujeres que poblamos este mundo, el cual, ha sido puesto en nuestras manos para nuestra salvación.


  Celebramos la gran misericordia y bondad de la Trinidad para con todos, celebramos su amor que nos rescata sin merito nuestro y nos transporta a la vida de Dios, a la vida de la santidad, a la vida nueva, aunque aún estemos sometidos a esta condición de hombres y hemos de luchar  frente al mal, hasta que nos sea dada la liberación total. Celebrar a todos los santos es celebrar lo que parte de los nuestros ya han alcanzado y lo que nosotros un día soñamos con alcanzar. Celebrar esta fiesta debe suponer para nosotros, por tanto, motivo de alegría, esperanza  y paciencia  para saber seguir perseverando en el camino por el que Dios nos conduce y que nunca nos aparta del los hermanos,  ni nos saca del mundo, porque es en este mundo en donde se realiza la obra de la salvación, porque es en este mundo donde hemos sido puestos como obra de Dios para  hacerlo evolucionar, para completar su obra y así, somos  como nos diría san Pablo, semejantes El, aunque aún sometidos al yugo del pecado. Es en este mundo en donde hemos  de llevar a cabo nuestra santidad y no en otro.
Lejos de las reflexiones teológicas sobre la Iglesia Triunfante y la Iglesia aún Peregrina, no podemos olvidar la ternura del Dios Trinitario que nos consuela con un consuelo inefable y nos restaura con mano delicada de artista y nos coloca en el centro de todo lo creado, para que  ya vayamos degustando  lo que nos espera. Todo esto lo alcanzaremos con la gracia de Dios y con  la fuerza de la obra bien echa, con el valor de la vida compartida, con la certeza del perdón de Dios, con la altura y la belleza del Dios  que se revela en lo cercano, en lo pobre,  en lo necesitado, para que nosotros lo podamos encontrar nada mas salir a la calle y así, nuestra santidad, este al alcance de nuestras manos.
  Las bienaventuranzas aparecen en la lectura del evangelio de este domingo como el programa de acción de los Hijos de Dios que son llamados a la gloria. Ese es el camino que hay que recorrer, esa es la senda que hay que andar, esa es la gloria de Dios  que se nos da, que se pone al alcance de nuestra vida, nuestra mirada y nuestro quehacer. Este es el amor que salva al mundo de guerras, de muerte, de dolor y de sufrimientos inútiles que son causados por el mal que aún habita en el corazón del hombre.  Los que obran desde ahí, desde las Bienaventuranzas,  son esos de los que habla San Juan, los que vienen  del dolor, que saben del dolor y que aliviaron el dolor en los demás y que ellos mismos supieron aceptar en su propia vida dando y derramando su sangre por Dios en Cristo Jesús y con la fuerza del Espíritu. Como nos dice en su Apocalipsis: "Estos son los que vienen de la gran tribulación" y se comprometieron con el alivio, con la compasión, con el amor  hacia los demás y, hasta ellos mismos, se han ofrecido como su Señor Jesús,  porque el mundo encuentre un palpito de esperanza allí donde la muerte y la sin razón campean a sus anchas.


 Esta es la fiesta de Todos los Santos, de todos los que se han dejado y se dejan habitar por el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, haciendo así que el universo entero ( Cristificado), sea  lugar donde Dios habita. En el cielo, en la tierra y en todo lugar.
Feliz día de Todos los Santos.

NB: las moniciones para la celebración están al final del blog.

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