sábado, 31 de octubre de 2015

Eduardo Verástegui, productor de Little Boy

«La fe, el amor y la esperanza son tres virtudes necesarias en la vida de todo ser humano»

 «La importancia de la reconciliación, la compasión, el amor, el perdón… Esos valores nunca se presentan solos, son como una familia. El silencio te invita a la oración, esta te lleva a la fe, la fe al amor a los demás… Se desata una cadena de valores universales que hoy necesitamos rescatar y despertar en los demás, especialmente en los jóvenes. La película va llevando al espectador por todo eso»

Una breve reseña del guión: 

Un mago hace subir al escenario a Pepper –un niño de 9 años apodado Little Boy por su baja estatura– y le hace creer que es capaz de mover una botella con poderes paranormales. Poco después escucha el pasaje evangélico en el que Jesús les dice a sus discípulos que basta una fe del tamaño de un grano de mostaza para mover una montaña. Con su fe y sus poderes, el chico piensa que puede traer a su padre de vuelta de la guerra con Japón… Un sacerdote, el padre Oliver, le pide que le muestre esos poderes. De forma patética, el niño se esfuerza en mover una botella, hasta que el cura la agarra y hace que se mueva…
- ¿Es una metáfora de la fe: el hombre no hace milagros, pero Dios escucha sus peticiones?
- Pepper es un patito feo, todo está en su contra, los demás niños le pegan y su único amigo, su papá, es enviado a la guerra. ¿Qué le hace seguir adelante? La fe, el amor y la esperanza. Son tres virtudes necesarias en la vida de todo ser humano. En la escena que mencionas, se plantea la fe desde un punto de vista espiritual, porque hay otros tipos de fe: la fe en uno mismo, la fe en la voluntad, la fe en los demás… El padre Oliver le enseña al niño a comprender la fe de un modo más profundo: nosotros no hacemos magia, pero Dios escucha nuestras plegarias.
- Y entonces el sacerdote le da a Little Boy una lista con las obras corporales de misericordia. ¿Qué quiere reflejar aquí la película?
- La importancia de la reconciliación, la compasión, el amor, el perdón… Esos valores nunca se presentan solos, son como una familia. El silencio te invita a la oración, esta te lleva a la fe, la fe al amor a los demás… Se desata una cadena de valores universales que hoy necesitamos rescatar y despertar en los demás, especialmente en los jóvenes. La película va llevando al espectador por todo eso.
- Y de una manera muy natural.
- Exactamente. Propone, no impone. Te cuenta la historia de un niño inocente y puro, y a través de sus ojos, los problemas de los años 40 en EE.UU.: II Guerra Mundial, racismo… El niño se propone solucionar esos problemas de su entorno. ¿Cómo lo logra? Con la buena amistad. Cuando anda al principio con malas compañías, se vuelve un rebelde sin causa, maltrata a Hashimoto, un japonés que ama a su país de acogida, los EE.UU., pero que no puede evitar tener la cara del enemigo. Después, el niño cambia de grupo, el padre Oliver se convierte en su mentor.
- Pero desaparece. Le deja solo. Le entrega la lista con las obras de misericordia y se marcha del pueblo.
- Tenía que desaparecer para que la atención se pusiera en la reconciliación con Hashimoto y en la lista del amor

- Se plantea un tema problemático. ¿Le crea el sacerdote falsas expectativas al niño haciéndole creer que, cumpliendo esa lista, Dios va a traer a su padre de vuelta? 

- La fe va más allá de si el padre de Little Boy va a morir o se salva. Cuando Hashimoto le pregunta al padre Oliver qué le va a decir al niño si su «amigo imaginario» –como él llama a Dios– no trae al padre de vuelta, el sacerdote le responde que su «amigo imaginario» le dará en ese caso al chico la fuerza para reponerse. El sacerdote, en todo caso, no crea falsas expectativas. Le deja claro al niño que su padre vivirá solo «si es voluntad de Dios». «¿Y por qué no va a ser voluntad de Dios?», pregunta Little Boy. «Eso yo no lo sé», responde el padre Oliver. Él no pretende tener todas las respuestas. Lo que sí le dice es que, si cumple esas obras de misericordia, su fe se hará mayor. Pero es claro: muchos niños rezaron y sus padres no regresaron. Es la vida misma.

 

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