DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO.
" SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS"
UN CAMINO QUE NO HACEMOS SOLOS
Como todos los años en cuanto el mes de noviembre asoma por las hojas del calendario los cristianos nos disponemos a celebrar la fiesta de Todos los Santos que, además, es fiesta grande porque es Solemnidad.
Nos podemos preguntar ¿Que encierra esta fiesta para que sea equiparada con los fiestas del Señor o de la Virgen María y prevalezca sobre los días del Señor, los domingos?
¿Que hay en ella que lleva a tanto? Una respuesta que intenta aterrizar sería que es que son muchos todos los santos que queremos celebrar y al ser muchos, todos ellos, pues se celebra de forma grande.
No van por ahí los tiros pues hay algo mas profundo y que tiene que ver mucho con lo cotidiano. Lo que hay, lo que celebra, es, primero, al Dios de la misericordia, al Padre de la Gloria que se viene a nosotros y nos hace partícipes de su ternura. Lo segundo, celebramos el triunfo de Jesús sobre el pecado y su consecuencia, que es la muerte. Y lo tercero, la presencia del Espíritu Santo en el corazón y la vida de todos los bautizados que "a la chita callando" hace su obra de santidad en cada uno de aquellos que se abren a su fuerza. No en vano es el Espíritu Santo, es decir, el que nos santifica. Celebramos, por tanto, el misterio del Dios Trinitario que se revela al corazón de cada hombre o mujer que han aceptado a Cristo,han sido consagrados por el bautismo y han vivido una vida digna como hijos de Dios, hermanos de Cristo y templos de Espíritu, en comunión con todos los hombres y mujeres que poblamos este mundo, el cual, ha sido puesto en nuestras manos para nuestra salvación.
Celebramos la gran misericordia y bondad de la Trinidad para con todos, celebramos su amor que nos rescata sin merito nuestro y nos transporta a la vida de Dios, a la vida de la santidad, a la vida nueva, aunque aún estemos sometidos a esta condición de hombres y hemos de luchar frente al mal, hasta que nos sea dada la liberación total. Celebrar a todos los santos es celebrar lo que parte de los nuestros ya han alcanzado y lo que nosotros un día soñamos con alcanzar. Celebrar esta fiesta debe suponer para nosotros, por tanto, motivo de alegría, esperanza y paciencia para saber seguir perseverando en el camino por el que Dios nos conduce y que nunca nos aparta del los hermanos, ni nos saca del mundo, porque es en este mundo en donde se realiza la obra de la salvación, porque es en este mundo donde hemos sido puestos como obra de Dios para hacerlo evolucionar, para completar su obra y así, somos como nos diría san Pablo, semejantes El, aunque aún sometidos al yugo del pecado. Es en este mundo en donde hemos de llevar a cabo nuestra santidad y no en otro.
Lejos de las reflexiones teológicas sobre la Iglesia Triunfante y la Iglesia aún Peregrina, no podemos olvidar la ternura del Dios Trinitario que nos consuela con un consuelo inefable y nos restaura con mano delicada de artista y nos coloca en el centro de todo lo creado, para que ya vayamos degustando lo que nos espera. Todo esto lo alcanzaremos con la gracia de Dios y con la fuerza de la obra bien echa, con el valor de la vida compartida, con la certeza del perdón de Dios, con la altura y la belleza del Dios que se revela en lo cercano, en lo pobre, en lo necesitado, para que nosotros lo podamos encontrar nada mas salir a la calle y así, nuestra santidad, este al alcance de nuestras manos.
Las bienaventuranzas aparecen en la lectura del evangelio de este domingo como el programa de acción de los Hijos de Dios que son llamados a la gloria. Ese es el camino que hay que recorrer, esa es la senda que hay que andar, esa es la gloria de Dios que se nos da, que se pone al alcance de nuestra vida, nuestra mirada y nuestro quehacer. Este es el amor que salva al mundo de guerras, de muerte, de dolor y de sufrimientos inútiles que son causados por el mal que aún habita en el corazón del hombre. Los que obran desde ahí, desde las Bienaventuranzas, son esos de los que habla San Juan, los que vienen del dolor, que saben del dolor y que aliviaron el dolor en los demás y que ellos mismos supieron aceptar en su propia vida dando y derramando su sangre por Dios en Cristo Jesús y con la fuerza del Espíritu. Como nos dice en su Apocalipsis: "Estos son los que vienen de la gran tribulación" y se comprometieron con el alivio, con la compasión, con el amor hacia los demás y, hasta ellos mismos, se han ofrecido como su Señor Jesús, porque el mundo encuentre un palpito de esperanza allí donde la muerte y la sin razón campean a sus anchas.
Esta es la fiesta de Todos los Santos, de todos los que se han dejado y se dejan habitar por el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, haciendo así que el universo entero ( Cristificado), sea lugar donde Dios habita. En el cielo, en la tierra y en todo lugar.
Feliz día de Todos los Santos.
NB: las moniciones para la celebración están al final del blog.
" SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS"
UN CAMINO QUE NO HACEMOS SOLOS
Como todos los años en cuanto el mes de noviembre asoma por las hojas del calendario los cristianos nos disponemos a celebrar la fiesta de Todos los Santos que, además, es fiesta grande porque es Solemnidad.
Nos podemos preguntar ¿Que encierra esta fiesta para que sea equiparada con los fiestas del Señor o de la Virgen María y prevalezca sobre los días del Señor, los domingos?
¿Que hay en ella que lleva a tanto? Una respuesta que intenta aterrizar sería que es que son muchos todos los santos que queremos celebrar y al ser muchos, todos ellos, pues se celebra de forma grande.
No van por ahí los tiros pues hay algo mas profundo y que tiene que ver mucho con lo cotidiano. Lo que hay, lo que celebra, es, primero, al Dios de la misericordia, al Padre de la Gloria que se viene a nosotros y nos hace partícipes de su ternura. Lo segundo, celebramos el triunfo de Jesús sobre el pecado y su consecuencia, que es la muerte. Y lo tercero, la presencia del Espíritu Santo en el corazón y la vida de todos los bautizados que "a la chita callando" hace su obra de santidad en cada uno de aquellos que se abren a su fuerza. No en vano es el Espíritu Santo, es decir, el que nos santifica. Celebramos, por tanto, el misterio del Dios Trinitario que se revela al corazón de cada hombre o mujer que han aceptado a Cristo,han sido consagrados por el bautismo y han vivido una vida digna como hijos de Dios, hermanos de Cristo y templos de Espíritu, en comunión con todos los hombres y mujeres que poblamos este mundo, el cual, ha sido puesto en nuestras manos para nuestra salvación.
Celebramos la gran misericordia y bondad de la Trinidad para con todos, celebramos su amor que nos rescata sin merito nuestro y nos transporta a la vida de Dios, a la vida de la santidad, a la vida nueva, aunque aún estemos sometidos a esta condición de hombres y hemos de luchar frente al mal, hasta que nos sea dada la liberación total. Celebrar a todos los santos es celebrar lo que parte de los nuestros ya han alcanzado y lo que nosotros un día soñamos con alcanzar. Celebrar esta fiesta debe suponer para nosotros, por tanto, motivo de alegría, esperanza y paciencia para saber seguir perseverando en el camino por el que Dios nos conduce y que nunca nos aparta del los hermanos, ni nos saca del mundo, porque es en este mundo en donde se realiza la obra de la salvación, porque es en este mundo donde hemos sido puestos como obra de Dios para hacerlo evolucionar, para completar su obra y así, somos como nos diría san Pablo, semejantes El, aunque aún sometidos al yugo del pecado. Es en este mundo en donde hemos de llevar a cabo nuestra santidad y no en otro.
Lejos de las reflexiones teológicas sobre la Iglesia Triunfante y la Iglesia aún Peregrina, no podemos olvidar la ternura del Dios Trinitario que nos consuela con un consuelo inefable y nos restaura con mano delicada de artista y nos coloca en el centro de todo lo creado, para que ya vayamos degustando lo que nos espera. Todo esto lo alcanzaremos con la gracia de Dios y con la fuerza de la obra bien echa, con el valor de la vida compartida, con la certeza del perdón de Dios, con la altura y la belleza del Dios que se revela en lo cercano, en lo pobre, en lo necesitado, para que nosotros lo podamos encontrar nada mas salir a la calle y así, nuestra santidad, este al alcance de nuestras manos.
Las bienaventuranzas aparecen en la lectura del evangelio de este domingo como el programa de acción de los Hijos de Dios que son llamados a la gloria. Ese es el camino que hay que recorrer, esa es la senda que hay que andar, esa es la gloria de Dios que se nos da, que se pone al alcance de nuestra vida, nuestra mirada y nuestro quehacer. Este es el amor que salva al mundo de guerras, de muerte, de dolor y de sufrimientos inútiles que son causados por el mal que aún habita en el corazón del hombre. Los que obran desde ahí, desde las Bienaventuranzas, son esos de los que habla San Juan, los que vienen del dolor, que saben del dolor y que aliviaron el dolor en los demás y que ellos mismos supieron aceptar en su propia vida dando y derramando su sangre por Dios en Cristo Jesús y con la fuerza del Espíritu. Como nos dice en su Apocalipsis: "Estos son los que vienen de la gran tribulación" y se comprometieron con el alivio, con la compasión, con el amor hacia los demás y, hasta ellos mismos, se han ofrecido como su Señor Jesús, porque el mundo encuentre un palpito de esperanza allí donde la muerte y la sin razón campean a sus anchas.
Esta es la fiesta de Todos los Santos, de todos los que se han dejado y se dejan habitar por el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, haciendo así que el universo entero ( Cristificado), sea lugar donde Dios habita. En el cielo, en la tierra y en todo lugar.
Feliz día de Todos los Santos.
NB: las moniciones para la celebración están al final del blog.






- Pero desaparece. Le deja solo. Le entrega la lista con las obras de misericordia y se marcha del pueblo.










a
gente muy interesante que estudiaba conmigo y que tenía a Dios cerca en
su vida pensé que yo me tenía que acercar a Él y, poco a poco, empecé a
conocerle, a tratarle y a quererle un poco más cada día.
Tenía
estas dos opciones y aunque no sabía la que Dios quería yo deseaba
hacer su voluntad. Le di un sí rotundo y, poco a poco, cada día iba
haciendo lo que me iba pidiendo… Hasta que en Roma fui a un congreso y
viendo un vídeo sobre la ecología y la sociedad moderna de hoy en día,
vi que Dios me pedía que me entregase a Él y que entregase el mundo para
ser Carmelita Descalza.









-Fui
a la casa con la intención de recoger a David. Vivía con su madre y
cinco hermanos en una choza construida con cuatro palos y plástico. Sin
luz ni agua, solo dos camastros y una cocina de carbón.
Localizamos
a su padre. Nicolás estaba con dengue y tenía afonía. Antes de irse con
su padre a Cuzco, a pesar de la ronquera, quise tener un recuerdo de mi
Niño Jesús que tan roto llegó a su Hogar Nazaret.
El
Hogar Nazaret intenta recuperar a estos niños, dándoles los derechos
que les han sido quitados. Cuando ya tienen una identidad, cuando ya no
pueden traficar con ellos; cuando su salud ha mejorado; cuando están
escolarizados y trabajando con la familia, (abuelos o tíos) es cuando se
les devuelve. La familia es el lugar donde tienen que estar.
Hogar
Nazaret es una respuesta real, una respuesta de amor. No es una casa
para niños pobres, no es una casa donde haya necesidades. Son mucho más
que pobres, es una extrema necesidad. Aquí hay pobreza material y
espiritual. Los niños llegan rotos completamente rotos a la casa, en
circunstancias terribles. En los relatos de la página web me quedo corto
por ser prudente. Qué capacidad tienen estos niños de sufrir y de
aguantar. Yo les llamo los “niños crucificados”.
-
Eso es. Es la familia la que va formando la personalidad y la que te va
conformando en valores. Nosotros aquí lo que intentamos es formar una
familia también. Hogar Nazaret es una familia que no ha nacido de la
misma sangre pero que nace de una sangre mucho más fuerte que es la
sangre de Cristo, del sueño de Dios.