Por Mary Almenara
EL CAFÉ MÁS CARO DEL MUNDO.
Son
muchos los países donde se consume el café y, aunque a primera vista nos
parezca extraño, son los nórdicos los mayores consumidores de esta bebida. En
el lado opuesto se encuentra América Latina donde se consume con mayor
abundancia el mate.
Centrándonos
en lo más cercano como es España no nos quedamos a la saga de los nórdicos,
Suecia o Dinamarca entre otros.
Para
los españoles es casi un rito tomar un cafecito desde que abrimos los ojos y
ponemos los pies en el suelo. No hacerlo es como si la sangre no corriera por
nuestras venas. Una vez que lo tomamos podemos decir “Hola mundo ya estoy
aquí”.
Es tanto lo que valoramos esta bebida que cuando tenemos
visita y, nada más abrir la puerta, solemos decir “entra muchacha que ya tengo
el café al fuego” No invitar a una rica y humeante taza de café se considera
casi es un desprecio.
Hoy disponemos de múltiples variedades de este cereal que lo
encontramos en su sabor más puro o mezclado con uno más suave y que,
popularmente conocemos como, (mezcla).
Recién terminada la guerra de España escaseaba todo o casi
todo, y uno de los productos que sufrieron esta restricción fue nuestro
apreciado café. Aquellas personas que económicamente podían permitírselo lo
adquirían por medio del estraperlo y lo guardaban como oro en paño para visitas
especiales o familiares muy queridos.
Para el día a día se tomaba de cebada o el paletu que eran
de peor calidad.
Tanto el café como la planta, el cafeto, son originales de
África donde sus pobladores dejaban fermentar el grano hasta convertirlo en una
bebida alcohólica. El café, tal y como lo conocemos hoy, lo idearon los árabes
que tras extraer el grano, tostarlo y molerlo lo mezclaban con agua caliente.
Se conocen diferentes variedades entre los que se encuentra;
el robusta, el arábico o el libérica este último poco conocido dada su escasa
calidad.
Pero si es usted un sibarita, incluso con el café, no
debe perderse el placer de tomar una taza de Kopi Luwak, conocido como el más caro
del mundo. Los entendidos alaban sus sabores que van de una acidez suave, a notas florales de naranja
junto con tonalidades terrosas que sugieren el contacto con hojas en el suelo.
Lo que hace a este café tan especial es que se elabora
con las semillas defecadas por un animal mamífero llamado civeta que habita en
el sureste asiático. El animalito las ingiere pero no llega a digerirlas y son
recogidas, manualmente, para su posterior tueste y molienda.
Si se anima a tomar esta exquisitez le advierto, estimado
lector, que una taza le puede costar desde los 40 dólares = 37,34 € hasta los
1000 dólares americanos = 925 €