sábado, 11 de octubre de 2014

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO  XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.
 UNA BODA CON SORPRESA
 El texto del evangelio de esta semana  nos  habla de un rey que celebra la boda de su hijo para lo cual envía criados a  avisar a los convidados, pero hete aquí que, ninguno de ellos, aún sabiéndolo de antemano,  acudió a la fiesta. ¡¡Menudo chasco!! No obstante la boda no va a dejar de celebrarse, faltaría mas. 




 Está todo a punto, faltan los convidados. Vallan a los caminos e inviten  a todo el que encuentren, dice a sus criados, así se hizo y se lleno la sala de comensales.
El asunto no termina ahí, sino que nuestro rey  paseando por entre los comensales descubre que hay uno que no se ha puesto traje de boda. Hombre,  encima de que te invito  no te preocupas de venir con ropa mas o menos adecuada?. Esto ya es mucho. Llama a los criados y manda que le pongan en la calle.
 De esta forma advierte Jesús  a los sumos sacerdotes  y a los senadores del pueblo y a los nuevos invitados. De esta forma les habla del Reino  de los cielos.
Los primeros invitados, digamos que por derecho propio, no acuden pero además se portaron  muy mal despreciando la invitación o cometiendo  desafueros y derramando sangre. El rey llega a la convicción de que no se lo merecían. Este desprecio no va  a impedir que se celebre el festín. Se invita a otro comensales que si acuden
 Pero hete aquí que  no es suficiente acudir a la invitación, hay que acudir con  traje digno y esto es  para  los nuevos invitados.
 La moraleja: "  Muchos son los llamados y pocos  los escogidos"
Esto nos hace pensar que la invitación de Dios puede ser rechazada,  por supuesto que sí, e incluso tomada como un insulto que nos lleve a comportarnos de forma violenta y cruel con los que  nos recuerdan  nuestro derecho de poder acudir al festín.
También no hace entender que, aún acudiendo, hemos de hacerlo con dignidad, el traje de fiesta, no podemos presentarnos de cualquier modo
Tan mal está lo primero - no acudir-, como lo segundo - acudir sin  traje adecuado-
Jesús nos dice, que Dios prepara un festín para los suyos y que hemos de ser merecedores de acudir a el.
La Iglesia, como los criados  de la parábola, ha de recordar la invitación a esa fiesta, ha de ponerse en camino aún arriesgando su vida, para cumplir el deseo de su Señor:  Invitar a todos a la fiesta.
 La respuesta está  en manos de los que  reciben la invitación.
Feliz día del Señor.

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