Papa Francisco en Santa Marta: “Confesar no es ir a un sillón del psiquiatra, ni ir a una sala de tortura: es decir al Señor: ‘Señor, soy un pecador’”
“Hay
una cosa muy bella: cuando nosotros confesamos nuestros pecados, como
están en la presencia de Dios, sentimos siempre la gracia de la
vergüenza. Avergonzarse ante Dios es una gracia. Es una gracia: ‘Me
avergüenzo’”
“Algunos
dicen: ‘Ah, yo me confieso con Dios’. Esto es fácil, es como confesarte
por e-mail, ¿no? Dios está allá, lejos, yo le digo las cosas y no hay
un cara a cara. Pablo confiesa su debilidad a los hermanos, cara a cara.
Otros dicen: ‘No, yo me confieso’, pero se confiesan de tantas cosas
etéreas, tan en el aire, que no concretan nada. Esto es lo mismo que no
hacerlo. Confesar nuestros propios pecados no es ir a un sillón del
psiquiatra, ni ir a una sala de tortura: es decir al Señor: ‘Señor, soy
un pecador’, pero decirlo a través del hermano, para que esta afirmación
sea eficaz. ‘Y soy un pecador por esto, por esto y por esto”.
Concreción,
honestidad y también, añade el Papa Francisco, una sincera capacidad de
avergonzarse de los propios errores, no hay caminos en la sombra
alternativos al camino abierto que lleva al perdón de Dios, a percibir
en el profundo del corazón su perdón y su amor. Aquí el Papa pide que
imitemos también a los niños.
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