PORQUE LOS ÚLTIMOS SERÁN LOS PRIMEROS.
Si la semana pasada los textos trataban de ayudarnos a descubrir el camino de la soberbia para que así nos diéramos cuenta de hasta donde se puede llegar si nos dejamos arrastrar por nuestros únicos y personales deseos, esta semana es la humildad la que se presenta ante nosotros como algo que ayudará a que nuestra vida adquiera sentido y forma que nos acerque a Dios y a los hombres, que nos ayude a conocernos a nosotros mismos, a saber hasta donde podemos alcanzar, sin romper con nada de lo que hay tanto dentro como fuera de nosotros. La humildad, lo que hoy se nos ofrece en reflexión, es la que lleva a encontrarnos con la verdad, la verdad con mayúscula, la verdad de Dios. La humildad es esa virtud que nos pone frente al mundo, frente a lo otro, desde lo que somos, sin espavientos ni oropeles, ni aplausos, ni nada ficticio, simple y llanamente desde lo que somos. La humildad está llamada a enriquecernos, a fortalecernos y hacernos dignos de que el Otro habite en este yo que yo soy, a veces tan profundo pero también y a veces, tan liviano, tan abierto y transparente, pero tambien tan cerrado y oscuro como se muestra tantas veces nuestro ser.La humildad esta llamada a actuar en nosotros, a mover y conmover toda nuestra existencia ante el dolor. Solo desde la humildad seremos capaces de compartir una lagrima, una pena, el frío o el desamparo de un cuerpo desnudo, el sufrimiento de un estomago vacío... Pero, hay más, porque no solo es la sensibilidad ante el sufrimiento del otro lo que en nosotros despierta o ante cualquier desgracia. Está tambien el goce, el disfrute, el saboreo de sentirnos poseídos, ayudados y sostenidos por esa dimensión que nos acerca a la luz, que emana de todo lo que existe, que nos llena de paz, fortaleza, seguridad y serenidad y que no es otra mas que la presencia real de Cristo actuando en y desde nuestra vida.
El segundo texto sigue siendo de la carta a los Hebreos ( Hbr. 12,18-19. 22-24) En el se nos recuerda que Dios se nos ha manifestado desde la sencillez, desde la cercanía, no imponiendo, no asustando, no obligando, sino ofreciendo hogar y espacio abierto en donde todos se han de sentir importantes. No hay nadie por encima de nadie, no hay favoritismos; si hay igualdad, fraternidad, comunión y todo desde, en y por medio del Mediador de la nueva alianza que es Jesús. Por tanto, somos invitados a vivir aprendiendo de este que, por y con su entrega, nos lo ha dado todo y nos posibilita aún para mas, acercándonos al trono de la gloria del Padre con su sencillez y humilde servicio de donación de su ser, desde su humildad, desde nuestra humildad.
¡¡Feliz día del Señor !!
José Rodríguez Díaz























