sábado, 30 de agosto de 2025

LA PALABRA DEL DOMINGO. DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO.CICLO C.

 PORQUE LOS ÚLTIMOS SERÁN LOS PRIMEROS.

Si la semana pasada los textos trataban de ayudarnos a descubrir el camino de la soberbia para que así nos diéramos cuenta de hasta donde se puede llegar si nos dejamos arrastrar por nuestros  únicos y personales deseos,  esta semana es la humildad la que se presenta ante nosotros como algo que ayudará a que nuestra vida adquiera sentido y forma que nos acerque a Dios y a los hombres, que nos ayude a conocernos a nosotros mismos, a saber hasta donde podemos alcanzar, sin romper con nada de lo que hay tanto dentro como fuera de nosotros. La humildad, lo que hoy se nos ofrece en reflexión, es la que lleva a encontrarnos con la verdad, la verdad con mayúscula, la verdad de Dios. La humildad es esa virtud que nos pone frente al mundo, frente a lo otro, desde lo que somos, sin espavientos ni oropeles, ni aplausos, ni nada ficticio, simple y llanamente desde lo que somos. La humildad está llamada a enriquecernos, a fortalecernos y hacernos dignos de que el Otro habite en este yo que yo soy, a veces tan profundo pero también y a veces, tan liviano, tan abierto y transparente, pero tambien tan cerrado y oscuro como se muestra tantas veces nuestro ser.

La humildad esta llamada a actuar en nosotros, a mover y conmover toda nuestra existencia ante el dolor. Solo desde la humildad seremos capaces de compartir una lagrima, una pena, el frío o el desamparo de un cuerpo desnudo, el sufrimiento de un estomago vacío... Pero, hay más, porque no solo es la sensibilidad ante el sufrimiento del otro lo que en nosotros despierta o ante cualquier desgracia. Está tambien el goce, el disfrute, el saboreo de sentirnos poseídos, ayudados y sostenidos por esa dimensión que nos acerca a la luz, que emana de todo lo que existe, que nos llena de paz, fortaleza, seguridad y serenidad y que no es otra mas que la presencia real de Cristo actuando en y desde nuestra vida.


En la primera lectura tenemos el libro del Eclesiástico ( Ecle. 3,19.21. 30-31) que nos habla de la humildad con suma delicadeza, como una virtud imprescindible en la vida del creyente y con un total convencimiento de que ese es el camino que el hombre ha de seguir si quiere encontrarse con Dios, si quiere estar en Dios : “ hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios”, se nos dice y para terminar, el texto nos recomienda que sepamos escuchar a los sabios teniendo el oído atento a sus palabras que son fruto de la reflexión y de la experiencia de la vida en donde Dios se encuentra y que nos dan conocimiento. Es decir, hay que tener cuidado de no dejarnos engañar por las palabras arrogantes del que busca justificar su comportamiento desentrañado, ajeno a la humanidad y que busca arrastrar tras de si la voluntad de todo el que le escucha.


El segundo texto sigue siendo de la carta a los Hebreos ( Hbr. 12,18-19. 22-24) En el se nos recuerda que Dios se nos ha manifestado desde la sencillez, desde la cercanía, no imponiendo, no asustando, no obligando, sino ofreciendo hogar y espacio abierto en donde todos se han de sentir importantes. No hay nadie por encima de nadie, no hay favoritismos; si hay igualdad, fraternidad, comunión y todo desde, en y por medio del Mediador de la nueva alianza que es Jesús. Por tanto, somos invitados a vivir aprendiendo de este que, por y con su entrega, nos lo ha dado todo y nos posibilita aún para mas, acercándonos al trono de la gloria del Padre con su sencillez y humilde servicio de donación de su ser, desde su humildad, desde nuestra humildad.


El texto del evangelio ( Luc. 14,1.7-14 ) es la enseñanza de Jesús sobre este tema y que no es ajena a toda la sabiduría de Israel que con el tiempo se ha ido difuminando entre los deseos de grandeza, de aparentar, de sobresalir, de ser y estar por encima del otro. El pueblo ha ido perdiendo su identidad de Pueblo de Dios, pueblo de la Alianza, pueblo que ha sido salvado. Jesús en el texto invita a la prudencia, a no pensarnos mejores y con mas honores que el resto, cuando en realidad todos somos invitados porque es el que invita, el que ha de dar y repartir esos honores y nosotros no somos quien para tomárnoslos por nuestra cuenta pensando, creyéndonos, que nos los merecemos y es ahí donde está el tema, en ese creernos que... y nuestra reflexión no es otra mas que, pues porque soy mas importante, porque poseo riquezas, porque poseo estudios, porque tengo tierras, porque, porque y porque...  


  Y ahí nos perdemos en nuestro interior tan lleno de todo y tan vacío de tanto justificar que no nos percatamos que eso, a lo que pensamos tener derecho, ni lo tenemos, ni es nuestro porque es algo que se da. Es algo que se da por pura gracia, algo que depende del otro, lo que si ha de ser nuestro es la humildad, la sencillez y el despojo de nuestro yo para dar cabida al nosotros. Ahí está la humildad. Esa virtud o actitud, como queramos llamarlo, que nos acerca a los otros, que nos pone en el camino de Dios, con los pies en la tierra y nos posibilita el ser conscientes y saber donde estamos, quienes somos, a que podemos aspirar a quien hemos de servir y por donde hemos de andar: La humildad implica vaciamiento interior para así dejar espacio donde Dios pueda habitar. Eso fué lo que hizo Jesús y eso es lo que hemos de hacer nosotros.

¡¡Feliz día del Señor !!


José Rodríguez Díaz

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