LES ENSEÑABA CON AUTORIDAD.
En este cuarto domingo del tiempo ordinario nos encontramos a Jesús que no solo anuncia el Reino de Dios e invita a ello, como le oíamos decir la semana pasada, sino que lo posibilita con su forma de actuar enfrentando todo aquello que impide que los hombres puedan vivir desde esa opción. No solo enseña sino que actúa posibilitando que los que están cerca, los que le siguen, descubran que Dios quiere seguir estando con ellos, en medio de ellos. Se trata de llegar al corazón de la gente.
Y se va a la sinagoga, lugar donde los hombres y mujeres buscan a Dios desde la oración y la palabra y enseña y lo hace con autoridad, autoridad que dimana de su estar en y con el Padre, desde su propio compromiso con los hombres, como ya veíamos en su bautismo cuando se incorpora a la fila de los que buscan y quieren empezar de nuevo escuchando la palabra de Dios .
Y se enfrenta con el mal que le reta y trata de socavarle cuando desde la autoridad que manifiesta quiere que la sinagoga sea lugar de encuentro con Dios y de la que el demonio se había apoderado.
Es esa presencia suya, esa autoridad, la que hace que todo vuelva a fluir y que el hombre pueda recuperar la libertad que le fue dada y de la cual el mal se ha ido apoderando poco a poco, de forma tan sutil que se atreve a hablar en nombre de todos lo que allí se encuentran. Se ha apropiado del espacio de Dios y no quiere perderlo. Jesús hablando y actuando lo recupera de forma que el hombre no se encuentre atado a nada ni a nadie y pueda aceptar libremente a Dios en su vida.Y nos damos cuenta de que el mal no solo quiere dominar al hombre y hacerle su vasallo, sino que con ello quiere reinar y apoderarse de los lugares, de los espacios y los tiempo de Dios, de su creador. No tiene limites, no para ante nada, ya lo demostró en el desierto cuando se atreve a tentar a Jesús con todo y desde lo que al hombre ocupa, preocupa e ilusiona.
Y si en el Jordán fué la apalabra de Dios en boca del Bautista y en el desierto la palabra escrita y en la memoria del hombre Jesús, en la sinagoga es esa palabra en boca del que enseña, sana y libera porque Dios está con el. Esa es su autoridad, ahí radica su fuerza.
Y esta es la lección para nosotros en donde lo primero y fundamental es estar con y en Dios. No dejarnos amedrentar por el mal ni dejarnos engañar con su sutileza. Estar en amplia opción por Dios y el hombre. Y Jesús, que sigue poseyendo esa autoridad nos la dará para que nosotros sigamos haciendo el bien, rescatando al hombre del poder de la ignorancia y la negación de Dios aunque en muchas ocasiones el mal habite en el lugar del encuentro con Dios.¡¡Feliz día del Señor!!
José Rodríguez Díaz