sábado, 27 de enero de 2024

LA PALABRA DEL DOMINGO. DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO . CICLO B.

 LES ENSEÑABA CON AUTORIDAD.

En este cuarto domingo del tiempo ordinario nos encontramos a Jesús que no solo anuncia el Reino de Dios  e invita a ello, como  le oíamos decir la semana pasada, sino que  lo posibilita con su forma de actuar  enfrentando  todo aquello que  impide que los hombres puedan vivir desde esa  opción. No solo enseña sino que actúa posibilitando que los que  están cerca, los que le siguen, descubran que Dios quiere seguir estando con ellos, en medio de ellos. Se trata de llegar al corazón de la gente.

 Y se va a la sinagoga, lugar donde los  hombres y mujeres buscan a Dios desde la oración y la palabra y enseña  y lo hace con autoridad, autoridad que  dimana de su  estar en y con el Padre, desde su propio compromiso con los hombres, como ya veíamos en su bautismo  cuando se incorpora a la fila de los que buscan y quieren empezar de nuevo  escuchando la palabra  de Dios .

Y se enfrenta con el mal que le reta y trata de  socavarle  cuando desde  la  autoridad que manifiesta  quiere que la sinagoga sea lugar de encuentro con Dios y de la que el demonio  se había apoderado.

Es esa presencia suya, esa  autoridad, la que  hace que todo vuelva a fluir  y que el hombre pueda recuperar la libertad  que le fue dada y de la cual el mal se ha ido apoderando poco a poco, de forma tan sutil que se atreve a  hablar en nombre de todos lo que allí se encuentran. Se ha apropiado del espacio de Dios y no quiere perderlo. Jesús  hablando y actuando lo recupera  de forma que el hombre no se encuentre atado a nada  ni a nadie y pueda  aceptar libremente  a Dios en su vida.

Y nos damos cuenta de que  el mal no solo quiere  dominar al hombre  y hacerle su vasallo, sino que con ello quiere reinar y apoderarse de los lugares, de los  espacios y los tiempo de Dios, de su  creador. No tiene limites, no para ante nada, ya lo demostró en el desierto cuando se atreve a tentar a Jesús con todo  y desde lo que al hombre ocupa, preocupa e ilusiona.

 Y si en el Jordán fué la apalabra de Dios en boca  del Bautista y en el desierto la palabra  escrita y en la memoria del hombre Jesús, en la  sinagoga es esa palabra en boca del que enseña, sana y libera porque Dios está con el. Esa es su autoridad, ahí radica su fuerza.

Y esta es la lección para nosotros en donde  lo primero y fundamental es estar con y en Dios. No  dejarnos amedrentar por el mal ni dejarnos engañar  con su sutileza. Estar en amplia opción por Dios y el hombre. Y Jesús, que sigue poseyendo esa autoridad nos la dará  para que nosotros sigamos haciendo el bien, rescatando al hombre del poder de la  ignorancia y la negación de Dios aunque en muchas ocasiones el mal habite en el lugar del encuentro con Dios.

¡¡Feliz día del Señor!!

José Rodríguez Díaz  

 





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