ESTAR EN LA GLORIA DE DIOS
Celebramos este domingo la fiesta de la Transfiguración del Señor que siempre se celebra en este día del mes. Así que este año coincide con la celebración dominical. Por ser una fiesta del Señor tiene preferencia sobre la celebración del domingo aunque no la anula. Los textos son los propios de la fiesta y no los del domingo correspondiente.
Vamos a ello. El texto del evangelio es de San Mateo en el capítulo 17 en donde se nos relata el acontecimiento en el Tabor. Nos situamos en el contexto y nos damos cuenta de que Mateo nos relata dicho acontecimiento después de la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo, de Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios vivo y del primer anuncio de la pasión que Jesús les hace y es por lo que se dirigen a Jerusalén. Es en ese camino hacia en donde tenemos el acontecimiento de la Transfiguración en el Tabor que es lo que hoy nos ocupa.
Jesús sube a la montaña acompañado, por propio deseo de Pedro, Juan y Santiago a orar y estando en esa situación de paz y sosiego que Pedro quiere prolongar quedándose en ella, en la que se produce la transfiguración y en donde los que acompañan a Jesús le ven que conversa con Elías y Moisés que representan toda la profecía, toda la ley. Ante el susto que esto les produce oyen las voz del Padre que ratifica a Jesús como su Hijo Amado con la invitación de escucharlo. Jesús les insta a bajar, hay que ir a Jerusalén en donde se manifestará la gloria del Padre, mientras tanto han de permanecer en silencio, esto es lo que se conoce como el secreto mesiánico, llegará un momento en el que será publico, en el tiempo adecuado.
Jesús no quiere que su mesianismo se contamine con otras ideas o actitudes que se habían colocado en el figura del mesías como la guerra, la violencia o el poderío humano y de ahí su deseo de silencio por parte de estos testigos que sí deben conocer cual es la orientación de su mesianismo, de su entrega, de su obediencia al Padre. El dará sentido y razón a los profetas y toda la ley pero desde la entrega silenciosa, de la abnegación y la obediencia al Padre, en una palabra, desde el amor incondicional y puesto al servicio de los hombres. Esto lo entenderán los discípulos mas tarde, cuando todo haya sucedido y entonces es cuando estarán en condiciones de anunciar, decir, predicar e invitar a escuchar al Hijo amado, "el Hijo del hombre" como nos lo anuncia el profeta Daniel en la primera lectura, como el Mesías.Además de ello esta experiencia ha de servirles de sostén cuando llegue para ellos el momento de la entrega, del sufrimiento, cuando vivan, reflexionen y se encuentren con lo acontecido como referente en la vida y en el quehacer cotidiano. Jesús es el Hijo amado del Padre, el que hemos de escuchar. El es quien acerca y nos lleva al misterio de Dios con su vida, desde nuestra vida.
Es a el a quien debemos seguir. Esto que decimos lo encontramos en la segunda lectura que es de la segunda carta de Pedro . Ahí el da testimonio de lo que vio, vivió y sintió y es eso lo que predica para terminar diciéndonos que Jesús es esa lámpara que alumbra nuestra vida y que debemos dejar crecer en nuestro corazón para poder alcanzar también nosotros la gloria y la paz de Dios y todo por su Hijo amado al que hemos de escuchar. No hemos de anunciar otra cosa mas que la fuerza de Dios manifestada en Jesús y puesta en nuestros corazones para que los hombres puedan encontrar a Dios en su vida y así el mesianismo de Jesús se prolonga desde nosotros en la vida, en nuestros día en favor de todos a lo largo de los tiempos.¡¡Feliz día del Señor !!
José Rodríguez Díaz