sábado, 19 de agosto de 2023

LA PALABRA DEL DOMINGO . DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO . CICLO A.

 ABRIR CAMINOS A LA ESPERANZA

El texto del evangelio de este fin de semana nos lleva hasta el capítulo 15 del evangelio de San Mateo en donde Jesús accede a la petición de una mujer cananea que le solicita ayuda para su hija. Por sugerencia de los apóstoles que quieren quitársela de encima Jesús termina  dándole lo que pide, no sin antes  recordarles  que el ha venido para los hijos de Israel  y esta mujer no lo es, es Cananea.

Se entabla ese cruce de palabras para nosotros tan chocante, entre Jesús y la mujer que postrada  ante el, de rodillas, le pide socorro insistiendo en su ruego  y  reconociendo que no tiene derecho a nada  pero que sí sabe  que si  el quiere puede darle  lo que solicita. Jesús termina accediendo a su petición y no solo eso, sino que alaba la fe tan grande que manifiesta.

La mujer empieza  refiriéndose    a Jesús como Hijo de David, como el enviado. Esta es una de las claves del texto que nos ha de llevar a aprender la lección de que también los que no son del pueblo de la alianza pueden llegar a reconoce a Jesús como el enviado  y han de ser acogidos como tales  si son capaces de reconocer y aceptar a Jesús como ella hace. Además,  nos percatamos de que  en la escuela de la vida en donde el dolor, la angustia y  el desamparo nos ponen  frente a frente con nuestra pobreza y realidad, nos lleva a buscar  a el auxilio  de la fe y la oración y nos acerca a Dios sacándonos de  encajonamientos ideológicos en lo que a la fe se refiere.


Estos son temas que  los que andamos  en el mundo de la pastoral y el anuncio hemos de tener  presente ya que  con frecuencia nos encontramos con situaciones si no iguales, parecidas y hemos de  estar al tanto para salir al paso acogiendo, animando, orando con ellos o por ellos si es preciso, de forma que encuentren el amparo y el consuelo que vienen buscando porque lo necesitan.

La cuestión de  grupos, ideas o formas de entender la relación con Dios no debe ser obstáculo para que nosotros acojamos de forma sincera  y caritativa a los que lleguen a nosotros buscándole, solicitando sus  favores y aunque no manifiesten claramente su  deseo de  estar o ponerse en sus manos, lo nuestro siempre será acoger y con la fuerza del Espíritu sanar y curar heridas. La fe, si no está, vendrá o no vendrá, no sabemos, lo importante es que no seamos obstáculo para que en esa vida, en el corazón de esa persona, se abra un camino de luz y esperanza. 

¡¡ Feliz día del Señor !!

José Rodríguez Díaz



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