AHORA QUE SE NOS HA DADO ENTENDER.
Estamos en Cesarea de Filipo, ciudad fundada por Filipo hijo del rey Herodes. Antes de ello se llamaba Banias. Es en este entorno en donde nace el mayor afluente del rio Jordán y es en este entorno donde Jesús pregunta a los discípulos por lo que la gente dice y piensa sobre su persona. En términos generales la respuesta es que es un hombre enviado por Dios, un hombre de Dios. Pero Jesús vuelve sobre el tema, ahora quiere saber que es lo que ellos piensan y lo hace con esta pregunta : " Y vosotros, ¿ quién decís que soy yo ? "
La respuesta la da Pedro diciendo " Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo " Respuesta que recibe el reconocimiento de Jesús y llama a Pedro dichoso por que ha sido el Padre quien se lo ha revelado. Es en y desde esta obediencia a la voz del Padre, la que provoca lo que Jesús le dice a continuación : " Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia".
El texto continua hablando de la misión de la iglesia en el mundo y de su fortaleza con la capacidad de anunciar el Reino de los cielos siempre desde esa perspectiva de ser obediente a la palabra del Padre. El texto terminar con el secreto mesiánico cuando les manda que no digan a nadie que él es el Mesías. Aun no está madura la fruta, aún les queda mucho por saber de este Mesías Hijo de Dios vivo.
En nuestra vida de creyentes este texto no deja de ser un referente que no debemos olvidar aunque nosotros ya sabemos de la plenitud del Mesías y de la misión de la iglesia. El tiempo no pasa en balde. Hay algo claro y que nunca debemos olvidar y es que es ahí donde se ha de enraizar nuestra fe y nuestra misión: en Jesús como el Hijo de Dios y en la obediencia a la palabra que el Padre susurra en nuestro corazón, la obediencia al Padre.
Cuando celebramos la Pascua de Jesús decíamos que ese acontecimiento nos introducía en el misterio Trinitario y que por el formamos parte del Misterio de Dios en plenitud a pesar de nuestra debilidad y pobreza y es desde ahí, desde donde nos viene la ayuda, la fuerza, el arrojo ante la dificultad para ser anunciadores de Buena Noticia.
Esas son las llaves de la Iglesia que abren puertas de misericordia, de perdón, de cercanía, de esperanza, paz y consuelo junto con la certeza del amor de Dios para todo el que guarda su nombre y que no puede dejar de ser ofrecido a los que aún no le conocen o cierran su corazón a ello. Por ahí anda el tema del anuncio derivado de nuestra confesión de fe en Jesús y nuestro dejarnos llevar por el amor del Padre, por el amor de Dios.
¡¡Feliz día del Señor!!
José Rodríguez Díaz
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