Los países africanos no necesitan limosnas, lo que requieren es una gobernanza justa, una gestión compartida del poder y de los recursos y una participación más activa de la sociedad nacional e internacional en la gestión responsable de los recursos y servicios para que toda la sociedad llegue al Buen Vivir.
En situaciones especiales de emigrantes y de emergencias naturales o de violencia, la ayuda humanitaria es necesaria e indispensable. Es cuestión de solidaridad humana. Sin embargo, en los intercambios económicos entre Occidente y el continente africano, priman las ayudas y prestamos interesados de los gobiernos poderosos y las grandes ONGs a los países africanos, sometiéndoles así a una dependencia controlada y a unas deudas imposibles de devolver. Es la nueva esclavitud capitalista, que imposibilita un desarrollo sostenible para los pueblos africanos.
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