CARGAD CON MI YUGO
El texto del evangelio de este domingo nos lleva al final del capítulo once de Mateo en donde Jesús da gracias al Padre porque se revela a los sencillos negándose a los sabios y entendidos. Esa es la voluntad del Padre. El texto viene precedido por dos momentos: uno, el de los discípulos de Juan que acuden a Jesús enviados por este a preguntarle si el es el Mesías a lo que Jesús les responde con Isaías: la promesa de Dios se está cumpliendo . Vayan y digan a Juan lo que está viendo y oyendo.
A continuación y dos, nos encontramos conque Jesús reprocha a las ciudades en las que había hecho la mayoría de los milagros su falta de fe, su no fiarse de la Palabra, su no creer, el no haberse convertido. A continuación nos encontramos con el texto de hoy en el cual y como ya hemos dicho, Jesús reconoce la acción de Dios en el corazón sencillo de los hombres y da gracias al Padre por ello, por los que han sabido escuchar y a quienes el Padre se ha mostrado y que se disponen a empezar y a vivir desde la novedad de Dios, al cambio, a la conversión, por esos que no se agarran a sus ideas y se dejan ganar por la presencia y la evidencia de los signos que estan viendo y las palabras que están oyendo.
Y nos encontramos que Jesús, a continuación, sigue invitando a seguirle, a buscar, al tiempo que anima a acudir a el en el cansancio, en la fatiga, en los agobios, el aliviará: " Vengan a mi". Invita a caminar desde el, junto a el, eso significa cargar con su yugo: aceptar la incomprensión, la desidia, el abandono de Dios por parte de aquellos a quienes ha sido dirigida la Palabra.
Yugo que para Jesús no es otro mas que estar abierto a la voluntad del Padre en todo momento a pesar de las sugerentes y constantes tentaciones de desánimo, ante la idea del abandono, de dejarlo todo por imposible, de pensar que no merece la pena entregar la vida en beneficio de los hombres porque no terminan de dar el paso.
Ante todo esto, que a Jesús no se le esconde, porque ya lo está viviendo, hoy somos invitados a centrarnos en la sencillez, con corazón humilde, corazón que acepta, reconoce, espera y confía a pesar de todos los pesares, en la misericordia y magnanimidad del Padre. Esa es su propia actitud. Lo sabe, lo vive y así lo comunica a los suyos y ante el desencanto ofrece la confianza.
El descanso, nos dice, esta ahí y es que con facilidad solemos olvidarnos que tan solo somos vehículos, pregoneros, anunciadores de la Buena Notica de Dios que es quien salva. La clave está en saber permanecer en el corazón del Padre.
Los hombres seguirán buscando y tropezando, usando su libertad y su tiempo, su inteligencia y deseos de felicidad. Lo nuestro, junto con Jesús, no es otra cosa mas que señalar el camino para que el hombre pueda encontrar la plenitud que tanto desea.
¡¡Feliz día del Señor!!
José Rodríguez Díaz
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