UNA PARÁBOLA PARA PENSARNOS.
Esta parábola también nos da pie para pensarnos o tratar de responder ante la presencia del mal en el mundo. ¿ como es que Dios permite que convivan el bien y el mal ? y aparece el peligro de la intransigencia, de querer solucionar por nosotros mismos un tema que se nos escapa de las manos. La intransigencia encuentra entre los creyentes su campo abonado. Nos ponemos nerviosos ante lo que no nos gusta , ante lo que no coincide con nuestros puntos de vista, ante la misma cizaña. Queremos juzgar enseguida, condenar, extirpar. Jesús recomienda paciencia. Esperemos a la siega. Le corresponde al Padre juzgar entre lo bueno y lo malo.
Hemos de revisar nuestros egoísmos, nuestros celos, nuestras envidias, nuestra lengua, nuestras charlas de corrillo, los fallos o defectos de los otros comentados en secreto, pero para que se sepan..., nuestras impaciencias y exigencias. Toda esa cizaña que impide que la palabra sea en nosotros y también en la vida de los demás.
Hemos de pensar que la parábola está dicha para todos, para ti y para mi, porque es que también nosotros podemos ser cizaña y esto es bueno recordarlo. Casi siempre solemos situarnos precisamente al lado de la buena semilla, pero pensemos y sepamos, que lo sabemos, que no siempre es así . Por tanto, hay que andar vigilante y entonar el "mea culpa" y dar gracias a Dios por la paciencia que también tiene con cada uno de nosotros. No siempre son los otros los malos que , a veces, la maldad está en casa.
¡ Feliz día del Señor!
José Rodríguez Díaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario