viernes, 15 de abril de 2022

VIERNES SANTO

 SU MUERTE NOS HA SALVADO

     


No sé si hemos caído en la cuenta, pero Jesús entra en la historia como un niño inevitablemente débil y muere como un hombre no sólo sin ningún poder social, sino como contado entre los criminales y condenado a morir en cruz como cualquier malhechor. En Jesús, Dios se expone, se arriesga, corre peligro al presentarse ante la humanidad sin fuerza alguna, simplemente como un hombre que expresa la sabiduría de Dios, para comunicarnos su salvación. Jesús es la debilidad de Dios y la debilidad de Dios nos descoloca, no la entendemos, no entra en nuestros esquemas, nos sobrepasa. La imagen de Jesús en la cruz es la expresión máxima de la debilidad de Dios pero lo es también de su amor fiel e insuperable. El dolor se veía exclusivo de la condición humana, sin embargo, en Jesús se nos revela que el sufrimiento de cada persona, nuestro dolor, es también el sufrimiento de Dios. El Reino de Dios parece desangrarse y morir con el crucificado. Sin embargo en Dios, la debilidad se entremezcla con el amor. En este día de Viernes Santo, somos invitados a situarnos en la perspectiva de ese amor increíble de Dios que se ha manifestado en su Hijo Jesús.

En la cruz de Jesús se nos revela lo cruel e injusta que es cualquier agresión a la vida. Cuando herimos a los demás, por acción o por omisión, herimos también a Dios, o cuando apartamos el rostro y la mirada de las personas destruidas por el odio y la envidia entre nosotros, cuando apartamos al mirada de los verdugos que con total impunidad se aprovechan del débil o del desvalido, estamos huyendo del rostro del Dios vivo, que sufre y muere por nosotros sin merecerlo.

Después de escuchar la narración de la pasión en esta tarde de Viernes Santo, parece muy difícil encontrar algo de luz, algo de vida. La muerte del Señor la vivimos en esta celebración de dos maneras: con la lectura de la Pasión y con la adoración de la Cruz, son, por tanto, los dos momentos centrales.

La liturgia, que es siempre representación, pone hoy ante nuestros sentidos toda una gama de posibilidades que pueden despertar nuestra imaginación, nuestra reflexión y nuestro sentimientos en el desarrollo de un drama histórico, el de Jesús, que es, también el nuestro. Cada uno de nosotros vive haciéndose muchas preguntas, preguntas sobre la vida, sobre el mundo, sobre Dios, la historia, los demás, el sentido de lo que ocurre, la injustificada evidencia del dolor y el sufrimiento, la posibilidad de un punto final. Hoy es el día, en el que todas esas preguntas se nos ponen por delante con toda su profundidad, y con toda su crudeza. Hoy, el día de la muerte de Jesús, es un buen momento para planteárselas.


Si analizo mi vida con sinceridad, descubriré en mí sin hacer mucho esfuerzo, actitudes que se identifican con el comportamiento de los personajes que aparecen en el relato de la Pasión que acabamos de leer, seguro que encuentro en mí, conductas, inclinaciones, deseos, que pueden encajar perfectamente con lo que hicieron los contemporáneos de Jesús. Hoy día de Viernes Santo nos toca recordar las veces que yo también ayudo a los saldados a clavar a Jesús en la cruz, las veces en la que yo le hago su carga más pesada. Esta debe ser nuestra reflexión.

 
Aunque quizá más que analizarme y ver mi conducta, deba únicamente contemplarle a Él, clavado, desolado, derrotado, muerto por mí. Esta es la posición del viernes santo la contemplación y la adoración de la Cruz. Párate y mira a Jesús crucificado………… Hoy recordamos de forma especial a las personas que siguen estando crucificadas como Jesús: los que sufren injusticia, los que sufren maltrato físico o psíquico de una manera injustificada, los que mueren a causa de las catástrofes naturales, los que son maltratados, explotados por sus semejantes, los que están solos, a los que falta el amor imprescindible para vivir. Pero, hoy también le vamos a dar gracias porque todavía hay gente que imitando su ejemplo, sabe callar a tiempo, sabe ofrecer una sonrisa desinteresada, sabe arrimar el hombro cuando se le necesita sin pedir nada, darle gracias por aquellos saben morir en la cruz como Él.


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