viernes, 22 de abril de 2022

LA PALABRA DEL DOMINGO . DOMINGO SEGUNDO DE PASCUA. CICLO C

PARA QUE TENGAN VIDA EN SU NOMBRE.

FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA

  El texto del evangelio de este domingo nos relata lo que sucedió en la noche del primer día de la semana donde no estaba Tomás quien se resiste a aceptar el testimonio de los compañeros que le  cuentan la experiencia que han tenido con Jesús.  El buen hombre no entiende, se resiste, pone condiciones, quiere ver, tocar, sentir esa realidad  de la que ellos le hablan y que a el no le entra en su cabeza. Esto ya nos está indicando que la fe no es cuestión de razón  sino de experiencia vital que luego se podrá contar y en cierto modo  racionalizar, pero una vez tenido ese encuentro transformador con el Señor .

  Todos conocemos y sabemos cómo  con la siguiente manifestación del Resucitado que sucede a los ocho días, Tomás cae rendido ante la evidencia, rendido y satisfecho, porque las condiciones que el proponía se ven  cumplidas al tiempo que significan un buen ejercicio de humildad por no haber creído  el testimonio de los  hermanos.

Es un texto hermoso , como todos los de Juan,  lleno de la piedad y  la misericordia del Resucitado que invade toda la estancia y que tiene la fuerza de alcanzarnos e interpelarnos a nosotros hoy.

El autor nos dice que  hay muchos mas signos pero que  este se ha recogido para que nosotros creamos  que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengamos vida en su nombre. Así termina el relato de este domingo y es ahí donde está la interpelación. 


Ciertamente, la fe  es un don que el Señor da. Es bueno que tengamos presente que  nosotros  con nuestro  anuncio  o recibiéndolo, no  damos la  fe a nadie, ni  nadie nos la da:   Es don de Dios para los que  aceptan el anuncio. Lo que si  podemos y no debemos  dejar de hacer , es anunciar, dar nuestro testimonio de lo que sentimos y vivimos, de lo que experimentamos e interiormente sabemos que   transforma  toda nuestra existencia. Lo nuestro es preparar el camino, como dice del Bautista en tiempo de Adviento, colaborar con nuestro comportamiento y fidelidad a que los hombres y mujeres se animen a buscar y aceptar al Señor en sus vida. Luego, el " Señor mío y Dios mío" es cosa entre la persona y el Resucitado que será quien disipe toda duda abriendo el entendimiento y amansando el corazón.

¡¡Feliz pascua de Resurrección!!

José Rodríguez Díaz




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