jueves, 14 de abril de 2022

JUEVES SANTO . LA CENA DEL SEÑOR.

EL PAN QUE COMPARTIMOS


 Hoy es Jueves Santo y la Iglesia se centra  en la institución de la Cena del Señor, es una ocasión única para  que los creyentes admiremos  el amor de Cristo  y revisemos nuestra  actitud de servicio fraternal. 

Hoy es Jueves Santo y  lo mismo  que decíamos cuando celebrábamos  el nacimiento de Jesús allá por el mes de diciembre, hoy   somos invitados a contemplar, a tener los ojos bien abiertos  ante lo que sucede, pero no solo los ojos , sino también nuestros oídos. En este día tan especial somos invitados a escuchar contemplando lo que sucede  en esta última Cena de Jesús que abre  la puerta a  una Nueva Alianza, a un nuevo tiempo en donde el amor y la misericordia de Dios se  muestran al mundo desde la entrega del Hijo Amado  a quien  hemos sido  invitados a escuchar allá por los inicios de su vida pública. Esa invitación sigue  estando presente y  urge que nos pongamos a la obra.

En esta Nueva alianza que  el Padre realiza por medio del Hijo y en donde se nos entrega  en permanencia  constante y fluida, somos invitados  a permanecer en ella, a realizarla  junto y con Jesús, aportando  también nuestra entrega. Jesús  instituye la Eucaristía  y el ministerio  sacerdotal como servicio a los hombres todos,  desde la dimensión del amor: les doy un mandato nuevo, dirá.

Esto viene de muy atrás,  ya lo escuchamos en la primera lectura del libro del Éxodo en donde el pueblo de la alianza  ha de recordar su origen, su misión  y  vivir en la fidelidad al Señor  que lo ha constituido como  tal y que permanece entre ellos, con ellos. Los evangelistas nos relatan  la Cena del Señor  como algo  que es central y fundante en la vida  de la iglesia y  San Pablo, en la segunda lectura, nos lo transmite  según el lo ha aprendido. Jesús, celebrando la última Pascua con los  discípulos  establece  el nuevo rito que perpetua activamente el recuerdo de su muerte para la vida del mundo. En ella queda constituida una nueva familia: La iglesia, que tiene una misión concreta.

 La Eucaristía es vista, vivida y transmitida  como nuclear en la constitución del nuevo pueblo hasta tal punto de que  no hay iglesia sin eucaristía pues en ella se concentra  todo lo que  está llamada a ser la comunidad de los que siguen a Jesús y en donde  la presencia del Maestro es vivida y compartida, su palabra es celebrada,  el amor es reconocido... todo ello está llamado estrechar lazos  no solo entre los asistentes con el Maestro,  sino entre ellos  y con todos los hombres y mujeres del mundo.

 Es necesario pues,  que la  Iglesia y a quien se le encomienda  continuar  realizando la  Nueva alianza: Hagan esto en memoria mía,  ha de  estar muy atenta a los deseos del Señor en todo momento. Es significativo lo que vemos en el evangelio de hoy cuando del lavatorio de los pies  en donde Pedro se niega y Jesús le advierte  de  la necesidad de  aprender el gesto, es necesario aprender por ahí. En Pedro lo está pidiendo a todo  el grupo, a toda la Iglesia. Celebrar la  Eucaristía ha de disponernos al servicio a los  demás  sin condiciones y servir a los demás sin condiciones es seguir prolongando la eucaristía en otra intimidad, en el espacio celebrativo de la vida cotidiana, en donde  el dolor y la alegría conforman la vida de  los hombres, en donde las esperanzas y desconsuelos  toman cuerpo, en donde muerte y vida conviven... La Eucaristía no solo ha de enternecer nuestro corazón ante el amor de Dios, también  ante el dolor de los hombres y mujeres,  nos ha de hacer cada vez mas fuertes en un amor confiado aprendiendo a mirar y entender los acontecimientos  desde la dimensión  con la que el Maestro  los mira... Identificados  con el   ha  de lanzarnos a la vida, al mundo, fortaleciendo lazos de hermandad, acortando caminos,   derribando muros e indiferencias, sembrando esperanzas.

   Aunque parezca que no, el mundo  está hambriento de amor y verdad y nosotros hemos sido señalados, destinados  a ayudar a los  hermanos a encontrarlo con nuestro  testimonio de vida, fe y caridad. No olvidemos  que quien nos lo pide y envía  es fiel.

¡¡Feliz Jueves Santo !!

José Rodríguez Díaz

  



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