sábado, 16 de abril de 2022

SABADO SANTO

 LA ESPERANZA DESESPERANZADA

Con el miedo en el cuerpo  y el sueño trastocado  esperamos que pasen  estos días aciagos, esperamos acontecimientos, señales  de tu paso, pero no sentimos nada, solo el frío que  hiela nuestra esperanza y  acartona nuestro labios. 

Un mirar  de reojo por las rendijas  del postigo que  nos aísla, pensamos, del pasado. Un querer recordar lo que dijiste  que se nubla con lo recién acontecido y ese no saber qué hacer, ni de qué hablar  aunque las manos y los andares  testimonien que algo estamos esperando. El lo dijo, si, pero ¿ cuando?   ¿Cuándo  va a ser eso de la  resurrección de la que tantas veces nos ha hablado si le hemos visto  morir y  a toda prisa le hemos sepultado ?

Pesan las horas en este encierro  en donde el miedo habita y ya no sabemos  si es viernes o sábado, el tiempo no  camina, los ojos cansados  y ese  no saber qué hacer con las manos para que no delaten lo que sentimos  y tememos. La espera desespera la esperanza, borra los momentos  vividos, las palabras, los gestos... estamos  desnudos, instalados en la desconfianza sin saber  a donde volvernos, sin saber lo que esperamos...

Todo nos lo recuerda,  no es fácil olvidarlo... un trozo de pan,  la jarra del vino,  un  manto,  el taburete, las sandalias de cualquiera de los nuestros... su sonrisa abierta, la mano tendida, la  fuerza que había en su mirada y su palabra...  Notamos, nos duele, su ausencia,  le echamos de menos y a ver cómo, ahora, nos reorganizamos. Habrá que volver  a Galilea, a nuestro lago, a nuestras redes y a dar explicaciones a aquellos que de locos un día nos trataron por  dejar barca, familia, remos y trasmallos y seguir a este hombre que un día llego a nuestra vida y ahora se nos ha escapado de las manos... en nada todo ha quedado.

     Esperaremos que se calmen los ánimos que vuelva el ritmo normal a la vida y  de vuelta al lago que es de donde no debimos haber salido por seguir a este hombre que, es verdad, con sus palabras, gestos y promesas despertó  sueños nuevos en el corazón adormilado. Habrá que  empezar de nuevo,  si. Ya iremos olvidando, dejemos que el tiempo pase, su recuerdo quedará como anécdota y cuando seamos viejos, a los nietos podremos contarlo como algo que paso en nuestras vidas y que ya vemos, en nada todo ha quedado.
No  se habían percatado que el sábado era tiempo dedicado al Señor y que con el primer día de la semana todo sería recreado: el día del hombre nuevo.

José Rodríguez Díaz

 


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