LA ESPERANZA DESESPERANZADA
Con el miedo en el cuerpo y el sueño trastocado esperamos que pasen estos días aciagos, esperamos acontecimientos, señales de tu paso, pero no sentimos nada, solo el frío que hiela nuestra esperanza y acartona nuestro labios.
Un mirar de reojo por las rendijas del postigo que nos aísla, pensamos, del pasado. Un querer recordar lo que dijiste que se nubla con lo recién acontecido y ese no saber qué hacer, ni de qué hablar aunque las manos y los andares testimonien que algo estamos esperando. El lo dijo, si, pero ¿ cuando? ¿Cuándo va a ser eso de la resurrección de la que tantas veces nos ha hablado si le hemos visto morir y a toda prisa le hemos sepultado ?
Pesan las horas en este encierro en donde el miedo habita y ya no sabemos si es viernes o sábado, el tiempo no camina, los ojos cansados y ese no saber qué hacer con las manos para que no delaten lo que sentimos y tememos. La espera desespera la esperanza, borra los momentos vividos, las palabras, los gestos... estamos desnudos, instalados en la desconfianza sin saber a donde volvernos, sin saber lo que esperamos...Todo nos lo recuerda, no es fácil olvidarlo... un trozo de pan, la jarra del vino, un manto, el taburete, las sandalias de cualquiera de los nuestros... su sonrisa abierta, la mano tendida, la fuerza que había en su mirada y su palabra... Notamos, nos duele, su ausencia, le echamos de menos y a ver cómo, ahora, nos reorganizamos. Habrá que volver a Galilea, a nuestro lago, a nuestras redes y a dar explicaciones a aquellos que de locos un día nos trataron por dejar barca, familia, remos y trasmallos y seguir a este hombre que un día llego a nuestra vida y ahora se nos ha escapado de las manos... en nada todo ha quedado.
Esperaremos que se calmen los ánimos que vuelva el ritmo normal a la vida y de vuelta al lago que es de donde no debimos haber salido por seguir a este hombre que, es verdad, con sus palabras, gestos y promesas despertó sueños nuevos en el corazón adormilado. Habrá que empezar de nuevo, si. Ya iremos olvidando, dejemos que el tiempo pase, su recuerdo quedará como anécdota y cuando seamos viejos, a los nietos podremos contarlo como algo que paso en nuestras vidas y que ya vemos, en nada todo ha quedado.José Rodríguez Díaz
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