El año 2020 cerró con otra pandemia provocada por el virus de la injusticia: las muertes de migrantes en el mar, la gran mayoría refugiados políticos o económicos. Lo que a su vez trae aparejado otra injusticia, la de seguir convirtiendo las islas europeas en auténticas islas-cárceles, como hemos podido ver en Lampedusa, en Lesbos, y también en Canarias, con los hacinamientos que presenciamos en noviembre en el puerto de Arguineguín. Esto revela una vez más una estrategia política pactada: mientras estén encerrados en islas, el problema estará “lejos” del continente.
Editorial Revista Autogestión 137
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