sábado, 19 de septiembre de 2020

LA PALABRA DEL DOMINGO.

DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.

Mt. 20,1-16.

 RENOVAR NUESTRAS ACTITUDES

  Si la semana pasada descubríamos cómo Pedro intentaba poner límites al perdón,  en esta semana, con la  parábola que Jesús propone para hablar del Reino de los Cielos a los discípulos y a nosotros, nos habla de la generosidad del Padre para todos los que son llamados en cualquier momento de su vida y responden con generosidad. Da igual el momento. La generosidad del Padre no se queda corta, no tiene límites.   A tener esa misma actitud es a lo que nos invita Jesús

En el relato, los que fueron llamados los primeros protestan cuando ven que los que llegaron a última hora cobran lo mismo... parece lógico, no? Pues Jesús da vuelta al tema pues no es un tema de  injusticia lo que hace el dueño, sino de generosidad.   No se trata de justicia o no,  los que protestan están recibiendo aquello por lo que se les contrato, el amo quiere dar lo mismo a los últimos y tiene derecho a ello. No se  puede poner límites a la generosidad.

 Nosotros miramos  este tipo de situaciones desde nuestras categorías de primeros y últimos, de antes o después, pero lo que Jesús nos quiere decir es que en lo que respecta a la llamada de Dios, al Reino de los Cielos, lo importante es la respuesta sin titubeos cuando somos llamados, bien sea a primera o última hora.. Todos se van a beneficiar de la generosidad del Padre, de su amor, de su misericordia. 

En el seno de nuestras parroquias sucede algo parecido,  pues con frecuencia nos  movemos  desde las categorías de primeros y últimos, de antes o después, pensando que eso nos da  derecho a ciertos privilegios cuando eso no es lo importante pues lo importante es  la  prontitud y la sinceridad en la respuesta manteniéndola en el tiempo y desde las categorías del Evangelio.  ¡Ojo! porque  aquí se esconde el origen de muchos problemas en nuestras comunidades con aquello de que llevo mucho tiempo,  de que yo  estoy aquí desde toda la vida y por tanto, me asiste un derecho y privilegio mayor  ante los que acaban de llegar.

 Jesús en esta parábola nos dice que no, que esa no puede ni debe ser  la actitud, sino la de la acogida y la generosidad.  El Padre va dando en cada momento hermanos nuevos que nos ayuden en la tarea, en el trabajo del anuncio. El sigue llamando y convocando a cualquier hora del día y aquellos que responden van a tener su recompensa, su salario integro, como todos. La generosidad del Padre no tiene límites y nosotros no somos quienes para intentar ponerlos siempre desde nuestra estrechez de miras y, en el fondo,  de nuestro egoísmo.

!!! feliz día del Señor¡¡¡

José Rodríguez Díaz  



No hay comentarios:

Publicar un comentario