sábado, 21 de marzo de 2020

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO  CUARTO DE CUARESMA.
CICLO A.
Jun. 9,1-41


"¿ QUÉ TE  HIZO, 
CÓMO TE ABRIÓ LOS OJOS ? "




  El evangelio de este domingo nos presenta a Jesús como el que es capaz de poner luz  e nuestra ceguera  transformando toda nuestra existencia.
 Y nos puede suceder como  al ciego de este evangelio que no puede negar lo que le ha sucedido, pero que no conoce quien ha sido el que le ha hecho tamaño favor. Al final del texto Jesús vuelve de nuevo a su vida y se le presenta, para que  ahora sí le pueda ver y conocer con los ojos de la cara y adherirse  a el , si lo desea, libre ya de presiones, con toda su vida.  " ¿ Y quien es, Señor, para que crea en  él? "
responde a la pregunta  que el mismo Jesús le hace. Hay un paso mas del Maestro en este acercarse a este hombre que no  ha cedido  ni ha querido negar lo que le ha sucedido ante las presiones y amenazas que sufrió... no puede negar su experiencia
 Y, cuando  se le dice : " Lo estas viendo: el que te está hablando, ése es "  , la respuesta es rotunda : " Creo,Señor"
 Es muy  sugerente el proceso de encuentro con el Señor que tiene este hombre que no quiere negar su experiencia, se siente salvado, pero no sabe quien ha sido...    


Aún así, se mantiene firme porque no  quiere traicionarse   en una mezcla de  agradecimiento, curiosidad y deseo  de  cercanía y  reconocimiento. Interesante observar como Jesús no le  exige nada, solo le dice cuando le unta los ojos lo que debe hacer: ir a la piscina de Siloé ( del enviado ). Y luego,  al final, se le muestra  cuando ya esta  sano, sin obligar ni presionar,  sin exigir y sin  normas...
Según los judíos  la causa de la ceguera era el pecado. Jesús curándole le libera de ese pecado, le devuelve a la vida. Con este gesto  demuestra a todos el amor, la misericordia de Dios, su cercanía...


"Yo soy la luz del mundo", gritará en el templo.  Luz para conducirnos al Padre. El que le sigue, dice, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida, promete,
  Se hace necesario dejarnos  iluminar por su  vida, por sus gestos de salvación, por su palabra:  presencia, untar los ojos con barro , ve a la piscina... y luego,  reconocerle como el Señor que  salva cuando ya y a lo largo de nuestra existencia renovada por el , se nos vaya mostrando en nuestro cotidiano caminar  en medio de dificultades o no.
 ¡¡Feliz cuarto domingo de cuaresma !!  

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