sábado, 30 de marzo de 2019

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO CUARTO DE CUARESMA. CICLO C.
Luc. 15,1-3.11-12

 VOLVER, ACOGER, ACEPTAR.



    Hoy somos invitados a volver a la cada del Padre con la parábola del Hijo Prodigo que  en este domingo  se nos ofrece para la reflexión.
    De una forma u otra Jesús nos esta invitando a  revisar nuestras actitudes mirando cada uno de los personajes: El hijo que vuelve, el padre que acoge y al hermano mayor que se resiste a ello.
   Quizá sería bueno que nos preguntáramos  con la mano en el corazón y desde la sinceridad mas absoluta  cual es el personaje que  nos corresponde.
  Hay tres verbos: volver, acoger, aceptar, que tienen mucho que ver con  el seguimiento de Cristo, con la  comunidad cristiana.

  Volver:
    No estaría mal que  revisáramos si estamos dispuestos a volver, con sinceridad  de vida, con arrepentimiento real, con  corazón convencido de que nuestra marcha de la Casa del Padre fue un error que queremos enmendar con sinceridad. Ver si  realmente estamos dispuesto a encaminarnos a su encuentro.
 Ojo, porque también puede suceder que físicamente  no nos hayamos ido nunca, pero  que si  ya nos hemos ido hace tiempo, desde los sentimientos, el afecto y el apego.

  Acoger:
 La acogida no del forastero que llama a nuestra puerta. No, esta es otra acogida,  es la cogida del que un día se fue,  exigiendo derechos, cobrando pertenencias, no queriendo saber nada  y que después de un tiempo y en el dolor de la soledad, se da cuenta de que  como  en el lugar, la casa donde vivió  y que abandono, no encuentra calor de familia y decide volver forzado  por la situación que vive.
En el seno de la comunidad cristiana, la acogida mutua  es muy importante y , a veces, no  fácil ¿Por que es eso así?  Porque sabemos,conocemos,  nos han dicho o hemos dicho de esa persona y después de todo,  vuelve  y encima hay que  acogerle como si no hubiera pasado nada. Verdad que nos cuenta un montón?
 Y, por ultimo, tenemos el verbo aceptar-.


    Nos negamos rotundamente a ello y no nos importa  romper con  los otros,  sin darnos cuenta de que ahora y con esa actitud somos nosotros lo que nos vamos  de la casa, de la comunidad negándonos a compartir, a estar y a  celebrar la vuelta como gracia y don.  Sin querer  o queriendo, dándonos cuenta o no, nos  hacemos daño. Nos negamos a los demás porque acogen y aceptan. Esgrimimos nuestras razones y tratamos de poner en evidencia la injusticia que para nosotros significan  esa acogida.
 Jesús con  esta parábola nos invita  a tener un corazón generoso.
 La comunidad cristiana  ha de tener siempre muy claro que no es un grupo de perfectos, sino de  pecadores que buscan a Dios y su misericordia y, si no lo somos entre nosotros,  ¿como  podemos esperar que el Padre Nuestro lo sea? 

¡¡¡ FELIZ DÍA DEL SEÑOR!!! 


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