sábado, 9 de marzo de 2019

LA PALABRA DEL DOMINGO
 DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA
 CICLO C.
Luc. 4,1-13

 EL HOMBRE SIGUE SIENDO TENTADO

Como todos los domingos primeros de cuaresmas nos encontramos con el texto de las tentaciones de Jesús en el desierto y que se  nos ofrecen como modelo y paradigma para nosotros. Desde este pasaje y  oyendo a Jesús aprendemos cuales han de ser las armas que hemos de usar a la hora de vencer la tentación.
 Nos encontramos con las tres tentaciones que  todo hombre sufre en lo que  a su relación con Dios se refiere  y que podemos definir como: pensar solo en nuestro beneficio y bienestar.  Prescindir de Dios en nuestra vida y  la  tercera, utilizar de Dios para conseguir fama y prestigio ante los hombres.
 Las armas con las que contamos y de las que hablamos mas arriba no son otras mas que  la de la Palabra y  la oración  que aparecen como maestras en humildad y paciencia Es la única forma para salir vencedores ante ellas.
    Darnos cuenta de que no solo el pan ha de ser nuestra  preocupación, como signo de bienestar y equilibrio interior, sino que hay algo mas, porque la vida del hombre no solo esta en la carne, también en el Espíritu  y el  alimento del Espíritu es la palabra de Dios que reconforta, serena  fortalece, pacifica  y nos  yergue como hijos de Dios. 
 La segunda arma tiene también tiene que ver con la palabra y la oración que son capaces de domeñar nuestra vanidad, nuestro orgullo, nuestra soberbia, que  nos lleva a pensar que no necesitamos  ni de nada ni de nadie, por tanto, tampoco de Dios. Nos erigimos así en nuestros propios salvadores. La tentación del hombre en el paraíso fue prescindir de Dios. Hemos de tener bien claro que solo Dios es digno de culto y adoración y nadie mas y esto nos cuesta entenderlo.
   Ante la tercera tentación, tan sutil como las anteriores, hemos de aprender  a saber aceptar la voluntad del padre, por ahí anda el Padre Nuestro con el " hágase tu voluntad" . Saber aceptar que  no siempre los planes de Dios coinciden con los nuestros.  No intentar obligar a Dios para que actué  según nuestros intereses por muy  religiosos que sean.
         Jesús fue tentado en el desierto de Judea, nosotros en le desierto y la soledad de nuestra existencia, aunque estemos rodeados de gente.
 Se trata de  tomar opción y saber a quien queremos servir si a los planes de Dios, a los nuestros o a los de los demás que,  en muchas de las veces, no tiene nada que ver  con  el proyecto de Dios para con el hombre.
 Lo mismo que el Espíritu  acompañó y ayudo a Jesús en el desierto en sus tentaciones, hemos de estar seguro  de   que también actúa y nos acompaña  a cada unos de nosotros en el desierto de  nuestra soledad.  

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