sábado, 2 de marzo de 2019

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO OCTAVO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.
Luc. 6,39-45

CUIDAR  DE NUESTRA VIDA INTERIOR

  En el texto del evangelio de este fin de semana  nos encontramos a  Jesús que enseña a los discípulos mostrando preocupación por la vida interior de ellos con una serie de refranes que suenan a latiguillos. Les amonesta a llevar una vida interior sana y a no dejarse llevar, ni por apariencias ni por el que dirán, antes bien, les anima a tener un corazón noble y sincero en donde no exista ni la doblez ni la maldad, porque es que "lo que reboza del corazón, lo habla la boca" les dirá.
     Nada de creerse superiores a los demás y si, mucha bondad  y cercanía a los otros.
Creo que estas reflexiones que Jesús hace a los discípulos  también nos vienen bien a nosotros, en ese sentido poco hemos cambiado y aunque sabemos que  lo que se dice es cierto y  hasta a veces nosotros mismos  lo recordamos a los demás, con frecuencia caemos en ello  y que  el tema de los buenos sentimientos es algo que  necesita estar sobre ello, es un como todo, un aprendizaje  y el aprendizaje pide reflexión y paz interior.
   Sucede que estamos en un mundo donde esto no  es favorecido, nos  acosan a toda hora tanto en la calle como en casa,  estímulos y avisos que están solicitando, diría con demasiada frecuencia, nuestra atención. Se hace casi imposible tener una jornada en paz, en silencio con uno mismo, de vida interior. Se impone la comunicación a toda hora y a todo tiempo hasta el extremo que ya casi, por no decir del todo, somos incapaces de vivir sin ruidos, y hasta nos llega a asustar la soledad y el silencio.

  Creo que para alcanzar  lo que Jesús nos propone, vida interior, paz con uno mismo, tener  los sentimientos en su lugar adecuado, necesitamos silencio que nos ayude a interiorizarnos y no  a extrañarnos, necesitamos mirar hacia dentro y tener el valor de atrevernos preguntarnos donde estamos y hacia donde queremos ir.
 ¿Que sucede cuando nada de esto existe?   Osamos criticar a los otros, a pensar que somos mejores, a erigirnos en guías, se nos suelta la lengua y decimos cosas que no debemos, etc, etc...  La consecuencia de todo, porque no estamos sanos, porque no  tenemos nuestro corazón en verdad y sencillez, es la discordia, la desunión, no damos frutos buenos.
  Viviendo y queriendo ser seguidores de Jesús, estamos llamados a vivir  una vida interior sana y pacifica. Por ahí no deja de pasar el testimonio ante los hermanos y ante la sociedad que cada vez mas se alimenta del caos  y no favorece la paz interior.

¡¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!! 





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