LA PALABRA DEL DOMINGO.
DOMINGO SEGUNDO DE CUARESMA . CICLO B.
Marc. 9,1-9.
ESPABILAR NUESTROS OÍDOS.
En el evangelio de este domingo Jesús, en el monte Tabor, se transfigura ante los discípulos cosa que les llena de entusiasmo hasta el extremo de querer permanecer en aquel lugar. No obstante, se oye la voz del Padre que les invita a escuchar: "este es mi Hijo el amado; escuchadle".
Se invitaba a aquellos hombres a lo mismo que se nos invita a nosotros hoy.
Escuchar a Jesús se convierte en algo fundamental para los que quieren seguirlo, ahí estamos nosotros.
No nos vendría mal espabiláramos nuestros oídos, prestando atención real a sus palabras y así aprendiéramos a interpretar lo que cada día, de miles formas y manera, no solo se nos susurra, sino que se nos grita desde el dolor de muchos hermanos ( bienaventuranzas) en esta historia que entre todos estamos construyendo.
Escuchar a Jesús implica no instalarnos ni en lugares, ni en ideas, ni en personas y si
significa tener siempre la mente abierta a la novedad, al riesgo; supone deshabitarnos de nuestras formas de ver o entender las cosas para empezar a mirar desde un prisma nuevo que está lejos, en muchas ocasiones, de lo establecido, de lo correcto.
Escuchar a Jesús pide estar siempre en actitud de aprendizaje, esto no es fácil porque muchas veces, hemos de reconocerlo, nuestras miras son cortas, de tejas abajo.
Su misericordia y su gracia seguro que pondrán lo que falta y al fin podremos ser uno con El.
¡¡Feliz día del Señor!!
DOMINGO SEGUNDO DE CUARESMA . CICLO B.
Marc. 9,1-9.
ESPABILAR NUESTROS OÍDOS.
En el evangelio de este domingo Jesús, en el monte Tabor, se transfigura ante los discípulos cosa que les llena de entusiasmo hasta el extremo de querer permanecer en aquel lugar. No obstante, se oye la voz del Padre que les invita a escuchar: "este es mi Hijo el amado; escuchadle".
Se invitaba a aquellos hombres a lo mismo que se nos invita a nosotros hoy.
Escuchar a Jesús se convierte en algo fundamental para los que quieren seguirlo, ahí estamos nosotros.
No nos vendría mal espabiláramos nuestros oídos, prestando atención real a sus palabras y así aprendiéramos a interpretar lo que cada día, de miles formas y manera, no solo se nos susurra, sino que se nos grita desde el dolor de muchos hermanos ( bienaventuranzas) en esta historia que entre todos estamos construyendo.
Escuchar a Jesús implica no instalarnos ni en lugares, ni en ideas, ni en personas y si
significa tener siempre la mente abierta a la novedad, al riesgo; supone deshabitarnos de nuestras formas de ver o entender las cosas para empezar a mirar desde un prisma nuevo que está lejos, en muchas ocasiones, de lo establecido, de lo correcto.
Escuchar a Jesús pide estar siempre en actitud de aprendizaje, esto no es fácil porque muchas veces, hemos de reconocerlo, nuestras miras son cortas, de tejas abajo.
Su misericordia y su gracia seguro que pondrán lo que falta y al fin podremos ser uno con El.
¡¡Feliz día del Señor!!
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