viernes, 23 de febrero de 2018

Hacer burla de la dimensión religiosa, es burlarse de la solidaridad


La dimensión religiosa, ha llevado a muchas personas a poner su vida en función de las necesidades de los demás, sobrepasando los egoísmos y las tendencias impuestos por el sistema actual, incluso dando la vida por los otros, aunque fueran teóricamente enemigos.
Esta dimensión es la que ha llevado a tantos misioneros a quedarse en sitios en guerra, cuando todas las ONG se habían ido, o a personas como Maximiliano Kolbe a dar su vida en un campo de concentración nazi, por un padre de familia…

San Maximiliano Kolbe. Entregó su vida por un prisionero, padre de familia, en un campo de concentración (Auschwitz)

Cuando nuestros actos transcienden, más allá de la motivación sociopolítica o económica, más allá de los intereses de grupos deseosos de lavar su imagen pública; está jugando una dimensión que completa a la misma razón, y beneficia plenamente a la sociedad.
Motivaciones nada honorables, quieren sustituir en la actualidad la religiosidad (sobre todo la católica), por otros gnosticismos vestidos de new-age, a la medida de las élites y emporios de la sociedad 4.0.
Por desgracia, los hechos sucedidos en los carnavales de Santiago de Compostela, son solo la punta del iceberg de todo un movimiento más enraizado en la sociedad…Esto no lo podemos perder de vista.
Estamos ante un imperialismo económico, social y cultural, que pretende modificar la naturaleza más solidaria y profunda del ser humano, y para ello, necesita eliminar su dimensión religiosa, y así someter a la conciencia de cada uno, a unas nuevas reglas de juego.
Como dice Benedicto XVI en su encíclica Deus Caritas Est, “hemos creído en el amor de Dios”, y por eso hemos comenzado un movimiento de amor con la sociedad que nos rodea, no partimos de una idea, ni siquiera es un discernimiento ético, sino que es un encuentro de liberación.
Lo cierto es que en la medida que crezca esta persecución, mayor será la llama de nuestra contemplación y lucha, por un mundo más justo y más solidario. Esta es una experiencia histórica irrefutable. A Dios gracias.
Luis Antúnez

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