sábado, 2 de julio de 2016

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.
Luc. 10,1-12.17-20.

     VUESTRA PAZ DESCANSARÁ EN ELLOS


Podemos comprobar por el texto del evangelio de este fin de semana que Jesús no solo se preocupa de trasmitir a  los discípulos una nueva forma de entender a Dios, de vivirlo , de hacerlo realidad, sino que también se encarga de posibilitarles  que vayan aprendiendo de cómo hacerlo y que actitudes  deben tener a la hora de ir por el mundo  anunciando esta gran y hermosa  Buena Nueva.
 Hoy lo podemos comprobar y es importante que esto lo tengamos presente, porque  muchas de las veces los desánimos y las desganas que  llegan a nuestro corazón y paralizan nuestros pies, vienen porque no tenemos presente  en su totalidad la enseñanza del Maestro. No se trata de meter a todo el mundo en el mismo aro a la hora de anunciar o predicar, sino de invitar, y eso de invitar pasa por la libertad del que es invitado,  que acepte o no  la oferta que se le hace. Esto es así y nos encontramos  que a muchos no interesa, por lo que sea, no vamos a entrar ahora en  buscar razones, cada cual tiene las suyas. Lo cierto es que  a la hora de  trabajar en este terreno de Dios muchas veces los que andamos en ello nos disgustamos porque nuestro esfuerzo y nuestro empeño, aparentemente, no es valorado, no es aceptado, la gente no hace caso, van a lo suyo y no quieren  escuchar, parece, la palabra de Dios.


 Estoy pensando ahora mismo en  la catequesis, en las celebraciones, en homilías e inclusive,  en el esfuerzo que constantemente hacemos desde Caritas. Da la impresión que todo queda en agua de borrajas, que la gente viene buscando lo que le interesa y una vez que lo consigue si te vi, no me acuerdo.
En el evangelio de hoy descubrimos que lo nuestro es anunciar el Reino de Dios y no otra cosa, eso es lo nuestro y no ser jueces. Ser mensajeros y anunciadores de la Paz de Dios y andar desprendidos de todo aquello que dificulte el anuncio sabiendo, además, que andamos como corderos en medio de lobos y no porque todo el mundo sea perverso y malo, no,  son los menos, lo que sucede entre la gran mayoría es que no es el momento, no es  su momento.
Esta es la  enseñanza  del Señor y  no lo podemos olvidar porque, desde el instante que lo hagamos, enseguida aparece el desánimo, el cansancio y la tentación de abandono olvidando que nosotros somos mandados, nada mas que mandados, que  la conversión es trabajo del Señor en el alma del individuo. Lo nuestro es anunciar y anunciar, como el Bautista, preparando el camino.


 La sabiduría y la bondad de Dios para con nosotros llega hasta el extremo de hacernos participes de su obra misericordiosa, pero sin hacernos responsables últimos de ella. Eso es  una cuestión entre El y el individuo  que recibe el anuncio. Lo nuestro  pasa por la obediencia y el sometimiento a la misión de anunciar la Palabra, lo demás es cosa de Dios.
 Por tanto, fuera desencantos,  desilusiones y tentaciones varias que  minan el fervor del anuncio y la alegría de ver como el Señor  contando con nosotros  hace su obra en el corazón de los hermanos.
 El texto del evangelio termina con el testimonio de los que fueron enviados: " Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre".
Feliz día del Señor   

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