DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.
Luc. 10,1-12.17-20.
VUESTRA PAZ DESCANSARÁ EN ELLOS
Podemos comprobar por el texto del evangelio de este fin de semana que Jesús no solo se preocupa de trasmitir a los discípulos una nueva forma de entender a Dios, de vivirlo , de hacerlo realidad, sino que también se encarga de posibilitarles que vayan aprendiendo de cómo hacerlo y que actitudes deben tener a la hora de ir por el mundo anunciando esta gran y hermosa Buena Nueva.
Hoy lo podemos comprobar y es importante que esto lo tengamos presente, porque muchas de las veces los desánimos y las desganas que llegan a nuestro corazón y paralizan nuestros pies, vienen porque no tenemos presente en su totalidad la enseñanza del Maestro. No se trata de meter a todo el mundo en el mismo aro a la hora de anunciar o predicar, sino de invitar, y eso de invitar pasa por la libertad del que es invitado, que acepte o no la oferta que se le hace. Esto es así y nos encontramos que a muchos no interesa, por lo que sea, no vamos a entrar ahora en buscar razones, cada cual tiene las suyas. Lo cierto es que a la hora de trabajar en este terreno de Dios muchas veces los que andamos en ello nos disgustamos porque nuestro esfuerzo y nuestro empeño, aparentemente, no es valorado, no es aceptado, la gente no hace caso, van a lo suyo y no quieren escuchar, parece, la palabra de Dios.
Estoy pensando ahora mismo en la catequesis, en las celebraciones, en homilías e inclusive, en el esfuerzo que constantemente hacemos desde Caritas. Da la impresión que todo queda en agua de borrajas, que la gente viene buscando lo que le interesa y una vez que lo consigue si te vi, no me acuerdo.
En el evangelio de hoy descubrimos que lo nuestro es anunciar el Reino de Dios y no otra cosa, eso es lo nuestro y no ser jueces. Ser mensajeros y anunciadores de la Paz de Dios y andar desprendidos de todo aquello que dificulte el anuncio sabiendo, además, que andamos como corderos en medio de lobos y no porque todo el mundo sea perverso y malo, no, son los menos, lo que sucede entre la gran mayoría es que no es el momento, no es su momento.
Esta es la enseñanza del Señor y no lo podemos olvidar porque, desde el instante que lo hagamos, enseguida aparece el desánimo, el cansancio y la tentación de abandono olvidando que nosotros somos mandados, nada mas que mandados, que la conversión es trabajo del Señor en el alma del individuo. Lo nuestro es anunciar y anunciar, como el Bautista, preparando el camino.
La sabiduría y la bondad de Dios para con nosotros llega hasta el extremo de hacernos participes de su obra misericordiosa, pero sin hacernos responsables últimos de ella. Eso es una cuestión entre El y el individuo que recibe el anuncio. Lo nuestro pasa por la obediencia y el sometimiento a la misión de anunciar la Palabra, lo demás es cosa de Dios.
Por tanto, fuera desencantos, desilusiones y tentaciones varias que minan el fervor del anuncio y la alegría de ver como el Señor contando con nosotros hace su obra en el corazón de los hermanos.
El texto del evangelio termina con el testimonio de los que fueron enviados: " Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre".
Feliz día del Señor
Luc. 10,1-12.17-20.
VUESTRA PAZ DESCANSARÁ EN ELLOS
Podemos comprobar por el texto del evangelio de este fin de semana que Jesús no solo se preocupa de trasmitir a los discípulos una nueva forma de entender a Dios, de vivirlo , de hacerlo realidad, sino que también se encarga de posibilitarles que vayan aprendiendo de cómo hacerlo y que actitudes deben tener a la hora de ir por el mundo anunciando esta gran y hermosa Buena Nueva.
Hoy lo podemos comprobar y es importante que esto lo tengamos presente, porque muchas de las veces los desánimos y las desganas que llegan a nuestro corazón y paralizan nuestros pies, vienen porque no tenemos presente en su totalidad la enseñanza del Maestro. No se trata de meter a todo el mundo en el mismo aro a la hora de anunciar o predicar, sino de invitar, y eso de invitar pasa por la libertad del que es invitado, que acepte o no la oferta que se le hace. Esto es así y nos encontramos que a muchos no interesa, por lo que sea, no vamos a entrar ahora en buscar razones, cada cual tiene las suyas. Lo cierto es que a la hora de trabajar en este terreno de Dios muchas veces los que andamos en ello nos disgustamos porque nuestro esfuerzo y nuestro empeño, aparentemente, no es valorado, no es aceptado, la gente no hace caso, van a lo suyo y no quieren escuchar, parece, la palabra de Dios.
Estoy pensando ahora mismo en la catequesis, en las celebraciones, en homilías e inclusive, en el esfuerzo que constantemente hacemos desde Caritas. Da la impresión que todo queda en agua de borrajas, que la gente viene buscando lo que le interesa y una vez que lo consigue si te vi, no me acuerdo.
En el evangelio de hoy descubrimos que lo nuestro es anunciar el Reino de Dios y no otra cosa, eso es lo nuestro y no ser jueces. Ser mensajeros y anunciadores de la Paz de Dios y andar desprendidos de todo aquello que dificulte el anuncio sabiendo, además, que andamos como corderos en medio de lobos y no porque todo el mundo sea perverso y malo, no, son los menos, lo que sucede entre la gran mayoría es que no es el momento, no es su momento.
Esta es la enseñanza del Señor y no lo podemos olvidar porque, desde el instante que lo hagamos, enseguida aparece el desánimo, el cansancio y la tentación de abandono olvidando que nosotros somos mandados, nada mas que mandados, que la conversión es trabajo del Señor en el alma del individuo. Lo nuestro es anunciar y anunciar, como el Bautista, preparando el camino.
La sabiduría y la bondad de Dios para con nosotros llega hasta el extremo de hacernos participes de su obra misericordiosa, pero sin hacernos responsables últimos de ella. Eso es una cuestión entre El y el individuo que recibe el anuncio. Lo nuestro pasa por la obediencia y el sometimiento a la misión de anunciar la Palabra, lo demás es cosa de Dios.
Por tanto, fuera desencantos, desilusiones y tentaciones varias que minan el fervor del anuncio y la alegría de ver como el Señor contando con nosotros hace su obra en el corazón de los hermanos.
El texto del evangelio termina con el testimonio de los que fueron enviados: " Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre".
Feliz día del Señor
No hay comentarios:
Publicar un comentario