sábado, 29 de noviembre de 2014

LA PALABRA DEL DOMINGO

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO B.

¿OTRA VEZ LO MISMO?

Esa y no otra, pienso yo, puede ser la tentación que nos asalte al inicio del Adviento de este año: Otra vez lo  mismo, otra vez a repetir. Esto es verdad si solo nos quedamos en la superficie de los textos que cada tres años se repiten y llega el momento que ya uno se los  sabe de carretilla. Mirado desde fuera, digo que puede ser así.


 Si nos paramos a pensar un poco descubrimos que, aunque se repita el tema, nosotros no somos los mismos del año pasado, no estamos en la misma situación. Se supone que hemos avanzado, que hemos caminado tanto a nivel personal, como en familia, profesional  o comunitario, desde la fe. No somos lo mismo y aunque los temas se repitan cada tres años como ya hemos dicho mas arriba. La palabra de Dios, siempre punzante, seguro que este año nos dirá cosas que el año pasado también nos decía, pero que nosotros no fuimos capaces de percibir y este año si, al ser distinta nuestra situaciòn personal, tanto interior como, sin duda, también exterior.
 Y ahí está Jesús invitándonos a la novedad, a la eterna novedad, que aunque ya dicha, nosotros no terminamos de abarcar ni de hacer nuestra en totalidad. Esa novedad no es otra mas que la plenitud de la salvación que Dios va realizando en nosotros y con todos nosotros, a lo largo de nuestros años, a lo largo de la historia de los pueblos, de los hombres, del mundo, a lo largo de la Historia de la Salvación que a´çun no esta concluida del todo. El  y solo El, tiene la última palabra en todo ello. Eso es lo que se nos insinúa en el texto del evangelio de este domingo con la advertencia de estar vigilantes.



 No se trata de meter miedo en el cuerpo, sino de que aprovechemos, de que sepamos aprovechar el momento presente y si se me permite la expresión,  ganarnos con avaricia  el Reino de Dios y compartirlo con los otros, anunciarlo a los otros, decirlo a los otros. Decir en los salones  luminosos u oscuros, en las casa y barrios humildes o en los palacios, en las vaguadas o en la montañas mas altas, que  el Señor viene, que el Señor viene siempre y es puntual a la cita.
 Se nos invita a que abramos nuestra vida y rompamos con nuestras estrecheces de miras, egoístas y maniáticas y demos paso a la luz que ilumina, que no es otra mas que el mismo Dios  que se acerca. Es necesario  dejar que venga a nosotros. Eso es  la llamada del Adviento, pues como dice Isaías en la primera lectura " Tu, Señor, eres nuestro Padre; tu nombre de siempre es "nuestro redentor" ; o aquello otro que le vamos oír decir a San Pablo en la segunda lectura : " Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Nuestro Señor".
 Desde ahí descubrimos que ahora todo ello va a depender de nuestra libertad, de nuestro querer, de nuestro aceptar, de nuestro estar vigilantes y no dejarnos adormilar ni entontecer.  Pero ojo, que  no es solo y puro voluntarismo, tambien es gracia y cercanía de Dios  pues sabemos que,  a los que andemos al tanto, el Señor no nos va a dejar de lado sino que nos ayudará con su palabra y su presencia, cada vez que  en nuestra vida, con actitud orante y confiada, le abramos nuestro corazón  desde la sinceridad mas intima y  real de nuestra existencia.
Por eso retomamos las palabra del mismo Jesús que nos invita a la vigilancia  esperanzada y activa cuando dice : " lo que os digo a vosotros, lo digo a todos ¡Velad! 
¡Feliz primer domingo de Adviento!

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