El "mayordomo" Guido Gusso cuenta las anécdotas de cuando Juan XXIII se escapaba del Vaticano: «La gente lo reconocía y gritaba: “¡Ah, nuestro Juan!”»
* «Eran sitios que él conocía porque estudió en Roma. Yo le respondía: “Pero, Santidad, no podemos”. Y él: “¿Cómo de que no se puede? Nos subimos al coche y vamos”. Los gendarmes se volvían locos porque no sabían dónde había acabado el Papa»<
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