COMIDA QUE NOS UNE, IDENTIFICA Y REPARTE.
Hoy es el día del pan partido, el día en que los que formamos esta familia que es la Iglesia reciben su alimento de vida. El día en que el Señor, ofreciéndose al Padre, se pone en nuestras manos para seguir entregándose a través de los tiempos a todos los que con amor se acerquen y lo pidan con humildad, sinceridad, corazón limpio y deseos de empezar de nuevo. Hoy es el día en que se nos da el tesoro mas hermoso y mas sencillo que a nadie se puede dar: Cristo. Cristo pobre y anonadado, Cristo que alimenta a los suyos y quiere ser con ellos y desde ellos, alimento para el mundo.
La Eucaristía congrega y hace Iglesia. Esta su mayor riqueza que no puede guardarse para ella, sino que se le da para darlo y darse, para compartirlo y compartirse. Ella es la encargada de cuidarlo y repartirlo. Ella es la encargada de que sea reconocido, venerado y tratado con amor.
En la medida en que la Iglesia tenga esto presente crecerá en comunión y solidaridad, se respetará a a si misma y al Señor que la habita y lo hará respetar. La Iglesia celebra la Eucaristía y la Eucaristía hace a la Iglesia, le da consistencia, razón de ser, verdad, fortaleza. La Eucartistía es el habitad en donde la Iglesia crece y su fruto es la entrega a su Señor y a los hermanos. Es amor llamado a germinar y su alegría no puede ser otra mas que el amor enraizado en la tierra del corazón. Todo va a depender de la tierra
Es este el sacramento mas celebrado y quizá, por ello, mas expuesto a ser utilizado y no valorado suficientemente, en muchas ocasiones, por los que lo celebramos, sacerdotes o laicos.
Tenemos que reflexionar sobre todo lo que es y significa, para no quedarnos en lo superficial en el rito externo y sin vida .
Desde la Eucaristía estamos llamados a comprender cómo el Señor, desde nuestra docilidad y buena voluntad, nos va haciendo Iglesia cuya finalidad es anunciar al Señor allí donde no ha llegado el anuncio o donde no es reconocido o donde el dolor, el abandono, la soledad o la insensatez hacen sufrir al hombre.
La Iglesia no puede ser "mi iglesia" o la del papa o la de un santo muy especial, la iglesia es de Cristo, que es su Señor y está llamada a hacer lo que su Señor le indica, le sugiere, le susurra al oído, con su palabra, su presencia y su actuar. Iglesia habitada por el Espíritu. La Iglesia de los hijos que claman al Padre.
Iglesia Trinitaria congregada y construida en el amor y enviada a anunciar el amor, no "su amor", sino el amor que la hace y la configura, la restaura, la congrega, la humaniza,la hace cercana y la salva: amor de Dios manifestado en Cristo Jesús y alimentado por el Espíritu.
Si celebramos la Eucaristía con frecuencia y en ella nos acercamos y nos encontrarnos y pedimos el cuerpo de Jesús y nuestra vida sigue igual y no hay signos de cambio que hablen de conversión sincera, algo esta pasando, algo no funciona. ¿ Será acaso que Jesús no cumple con su palabra o que nosotros ponemos resistencia a su acción salvadora ?
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