sábado, 11 de enero de 2014

LA PALABRA DEL DOMINGO

 UNA NUEVA HUMANIDAD
Con la celebración de este domingo: El Bautismo del Señor, cerramos  el ciclo de la Navidad para retomar el Tiempo Ordinario.
 Pero vamos a centrarnos en el acontecimiento de hoy que, como ya hemos dicho, es el Bautismo de Jesús a orillas del río Jordán.
 El relato que leemos es el de San Mateo en donde Jesús manifiesta, ante el asombro y la sorpresa de Juan, el deseo de agradar a Dios diciendo: "está bien  que cumplamos así todo lo que Dios quiere". Frase con la que ya se nos apunta su sometimiento   a la voluntad del Padre. El aceptar el proyecto que se le encomienda.

 Observamos, además, cómo Jesús se pone en camino, va en busca de Juan a donde él sabe que está. Es que el tiempo ya ha llegado y no se puede demorar el inicio del anuncio del Reino de Dios. Este gesto de Jesús acercándose hasta los pies del Bautista, el profeta, que predica la conversión, poniéndose en la fila como un pecador más y pidiendo el bautismo de penitencia  y de conversión también nos está apuntando ya por donde van a ir los derroteros de su vida a la hora de llevar a cabo la misión que se le ha encomendado:  No va  a dar la espalda  ni a los Profetas, ni a la Ley y va a entregarse en fidelidad al Padre y a los hombres.
Se va a iniciar  el anuncio del Reino por el Hombre Nuevo, que acepta públicamente la voluntad del Padre, y así genera una nueva humanidad renacida de las  aguas.
 El Jordán es el río que ya en su día marcó un antes y un después en la historia del Pueblo de Israel. Los  que fueron considerados dignos  fueron los únicos que pudieron  atraversarlo y llegar a la tierra prometida, otros quedaron en el desierto o simplemente a la vista  de ella. Sus aguas nos llevan a los  inicios de la creación, en donde se nos dice que cubrían la tierra y el hombre aún no era. Va a ser la voluntad del Creador la que permita que  empiece a ser,  una vez que haya puesto orden en el caos , y el hombre es aquel en cuyas manos se pone esta obra maravillosa, signo y señal de la Alianza de Dios con toda la creación. Signo de su voluntad salvadora... El Espíritu aleteaba sobre ellas y la Palabra trajo todo a la existencia. Hay algo parecido en  este acontecimiento que hoy estamos recordando: el Hijo que restaura con su humanidad la voluntad perdida del hombre, el Espíritu que anima y da vida; y el Padre que acepta y se  compromete con su obra salvadora desde este Hijo  cargado de humanidad, desde el hombre que se regenera en las aguas del río frontera entre el desierto (muerte) y la tierra prometida (vida) y que opta por el bien.  Es reconocido públicamente por el Padre: "Este es mi Hijo, el amado, el predilecto". Este es el heredero en manos de quien pongo toda mi fortuna y mi  heredad, de quien me fío, el que va a  ser capaz de refundar toda la familia humana y va a gobernar con justicia y equidad haciendo que, aquel proyecto primero, no se pierda en la noche de los tiempos. 
¡Feliz día del Señor!

No hay comentarios:

Publicar un comentario